Barricada Cultural

 

22/10/2013

Revisión de un clásico (VI): American graffiti

por Marta Corral Cumbreras

American Graffiti podría bien definirse como un musical ajeno a los protagonistas. Si bien los actores no cantan o bailan, se trata de una serie de historias articuladas en torno a la música, y concretamente a la radio. El Hombre Lobo, un conocido y enigmático disc jockey, a modo de narrador, va tejiendo los ánimos de cada uno de los jóvenes que protagonizan este film ambientado en los años 60, que mediante una narración intercalada relata la última noche de verano de unos jóvenes graduados.

Con la fugaz aparición de un jovencísimo Harrison Ford, el director que más tarde le daría la fama, George Lucas, presenta una historia de miedos frente a ambiciones, pero sobre todo de juventud, reconstruida también con sus carencias e incluso estupideces.

Con la estética sesentera made in USA que tanto gusta actualmente, este relato es aún más vintage gracias a las canciones, a cada cual mejor, que componen el punto fuerte del film, la extraordinaria banda sonora, en la que me permito destacar ese momento en el que el vacilante Curt queda obnubilado ante la visión de una misteriosa conductora rubia al ritmo de “Why do fools fall in love?” (¿Por qué los tontos se enamoran?).

Un paquete de tabaco en la manga de la camiseta, el autoservicio del diner más americano posible, y por supuesto, coches, son los elementos que más tarde inspirarían películas como ‘Cry Baby’ (1990) o la mítica joya musical ‘Grease’ (1978).

Producida por Francis Ford Coppola, la cinta optó a cinco Oscars entre los cuales se hallaban el de mejor película, guion y director. Cabe añadir que uno de los muchachos protagonistas, el joven Steve, fue interpretado por el que más tarde sobresaldría al otro lado de la cámara, el director Ron Howard, responsable de películas como ‘Una mente maravillosa’ (2001) o la más reciente ‘Rush’ (2013).

‘American Graffiti’ refleja los intereses y miedos propios de la juventud, aunque sin mucho dramatismo, tanto como la alegría que acompaña a la resolución de estos últimos. Todo ello se halla conducido por una de las más sobresalientes bandas sonoras del cine, en el que el estilo doo wop evoca un espíritu ya perdido que provoca en quien la escucha la más grande de las sonrisas.

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