28/09/2019
Un 28 de Septiembre de 1868 tuvo lugar la Batalla del Puente de Alcolea, llamada así por desarrollarse la acción principal sobre este puente situado encima del río Guadalquivir en dicho barrio cordobés. El pasado año 2018 se cumplieron 150 años desde el acontecimiento.
Lo que se decidió en la batalla fue nada menos que el destino de la España monárquica, ya que a consecuencia de la derrota de las tropas realistas, la entonces reina Isabel II, que se encontraba en ese momento veraneando en San Sebastián, tuvo que salir del país, exiliándose en la vecina Francia, de donde ya nunca más volvería como monarca.
La refriega que nos ocupa se sitúa en el contexto de la llamada “Revolución Gloriosa” o “Septembrina”, que había estallado el 19 de Septiembre cuando el Almirante Topete se puso a la cabeza del alzamiento pretendiendo derrocar a la decadente monarquía borbónica. Los militares sublevados difundían su manifiesto, denominado “España con honra”, donde exigían diferentes reformas políticas, así como una regeneración nacional.
Junto a Topete, encabezó la rebelión el General Prim, pretendiendo avanzar desde Cádiz hasta Madrid. De la capital salieron a su encuentro las tropas isabelinas, comandadas por el Marqués de Novaliches, Manuel Pavía y Lacy, que lograron llegar hasta Andalucía. Ambos ejércitos se encontraron el 28 de Septiembre, desencadenándose el combate. Pavía organizó un ataque frontal, pero fue rechazado hábilmente por las tropas rebeldes. El propio Marqués de Novaliches se colocó junto a la vanguardia de su ejército, para servir como ejemplo a sus hombres, y resultó gravemente herido por la metralla.
Al anochecer comenzaron las negociaciones, y los restos del ejército real se retiraron al norte. En total se calcularon unas 1.000 bajas entre heridos y finados. Actualmente, existe en el lugar un monumento dedicado a estos caídos en la batalla.
Cuando las noticias del desastre llegaron a la capital, el Gobierno dimitió en pleno. Al conocer este desenlace, fue cuando la reina cruzó los Pirineos.
Comenzó entonces el que sería el primer intento en España de establecer un régimen político democrático, con una monarquía parlamentaria regida por Amadeo I de Saboya; y después, al desmoronarse este proyecto, en forma de República, que también fracasó. Estos años, conocidos como el “Sexenio Revolucionario”, resultaron ser de los más convulsos y esperpénticos en la Historia del país.
Fue la corrupción de las altas esferas, como ahora mismo también contemplamos, lo que acabó por cansar a la opinión pública de la época, y la que precipitó la defenestración de la monarquía isabelina. Una valiosa lección de tiempos pretéritos para quien la quiera aprovechar.
¡Nos leemos!
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