Barricada Cultural

 

30/07/2018

Summertime

por Fernando Aceytón Sorrentini

James Thurber (1894-1961), escritor y humorista gráfico, es uno de los grandes maestros del humor norteamericanos del siglo XX. Fue uno de los hombres claves de la mítica publicación The New Yorker gracias a sus artículos y sus características ilustraciones. Se movió entre los más exquisitos círculos literarios de su época. Truman Capote o Dorothy Parker. Autor del mítico La vida secreta de Walter Mitty, un relato que sirvió incluso para bautizar un síndrome, el de la tendencia compulsiva a fantasear con la que algunos hombres escapan (heroicamente, según ellos) a la rígida y anodina cotidianeidad que llamamos vida normal. Sus relatos fantásticos son una de sus mayores contribuciones a la literatura, rebosantes de humor inteligente y elegancia. La editorial Acantilado publicó la referida obra en 2004 y Carnaval en 2007.

No obstante, hoy quería destacar Los trece relojes (Ático de los Libros), una fábula para adultos y un cuento fantástico para niños. Inconmensurable joya, deslumbrante de imágenes y palabras, que cuenta la historia del malvado Duque del Castillo del Ataúd, que vive con su sobrina Saralinda. Los trece relojes del castillo están parados a las cinco menos diez porque el duque mató al Tiempo. Pero el misterioso trovador Xingu llega al castillo, y con la ayuda de Gólux intentará superar la prueba que el duque le impone: conseguir mil piedras preciosas en noventa y nueve horas y regresar cuando los relojes marquen las cinco. El prólogo lo escribe Neil Gaiman, escritor y dibujante de cómics, autor de Coraline. Un exquisito relato que les recomiendo para estos días de descanso y evasión. El mundo mágico de Thurber se encuentra a medio camino entre los hermanos Grimm, las fábulas de La Fontaine y la saga de J.R.R. Tolkien. ¿A qué espera Tim Burton para filmar Los trece relojes? Como reseñó el Publisher´s Weekly: “Una deliciosa alegoría del amor, el valor y la libertad. Falta nos hacen.

El verano continúa, y en vísperas del gran éxodo agosteño su música cadenciosa nos mece mientras nos acercamos, un año más, al naufragio. Así las cosas, nada mejor que rememorar el famoso hundimiento del transatlántico más grande de su época la noche del 14 de abril de 1912 con uno de los seis champagnes que se sirvieron aquella fatídica velada en la cena la cubierta de primera clase, escogidos por el gran cocinero de la época Auguste Escoffier, y cuyo uso se encuentra documentado: Henri Abelé. La tercera casa más antigua tras Ruinart y Moët, pionero en la técnica de degüelle por congelación y por haber propiciado la reconstrucción de la catedral de Reims tras la Segunda Guerra Mundial, también es asiduo del mítico cabaret Moulin Rouge.

En esta ocasión recomiendo el Brut Rosé (40% Pinot noir, 30% Chardonnay, 30% Meunier). Crianza sobre lías durante tres años en las galerías subterráneas excavadas en la piedra caliza de Reims. Finura y elegancia típicas de un champagne rosado. Sabor afrutado y delicadeza con un gran final.

Brindo por Uds. y me despido de esta columna hasta el mes de septiembre.

Sigan con salud.

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