Barricada Cultural

 

26/06/2017

Prado Pride

por Fernando Aceytón Sorrentini

Calor y plumas en Madrid a lo largo de la próxima semana. Y no hablamos de una exhibición de papagayos, ni de la presentación de la última novedad de Montblanc. Se celebran los fastos del denominado “Orgullo o Pride gay”. Nada en contra de los gays; sí, en cambio, reticencias al lobby gay y su afán de adoctrinamiento de género. No se confundan, porque no es lo mismo.

Y es que la homosexualidad, como pueden imaginarse, es anterior al citado lobby (la palabra homosexual apareció en el siglo XIX), aunque sus integrantes y promotores no se lo crean. Un buen ejemplo está en la magnífica exposición que estos días presenta el Museo del Prado para sumarse a la celebración del World Pride 2017: La mirada del otro. Escenarios para la diferencia. Y así, el historiador de arte Silvano Vincenti aseguró hace escasamente un año que la Mona Lisa era una combinación entre el retrato de Lisa Gherardini y Gian Giacomo Caprotti de Oreno, un supuesto amante de Leonardo Da Vinci.

Esta muestra de temática gay (que en ningún caso viene a suponer un relato homoerótico de la colección, ya que está basado en datos históricos incontestables) está compuesta por 30 obras de la colección de la pinacoteca y se organiza como una suerte de gymkana a través de las distintas salas, en la que las distintas obras que forman parte de la muestra son objeto de distinción con un segundo rótulo donde se explican sus características y con cuatro recorridos que van desde el amor entre iguales en el mundo clásico, pasando por los artistas perseguidos, el cuerpo y la imagen, hasta el amor entre dioses.

Junto con obras tan conocidas como David vencedor de Goliat de Caravaggio, San Sebastián de Guido Reni o La mujer barbuda de José de Ribera hay otras tan poco conocidas y nunca exhibidas como el pequeño dibujo de Francisco de Goya El maricón de la tía Gila, pasando por conjuntos escultóricos como Orestes y Pílades o El Hermafrodita dormido de Matteo Bonuccelli, que llegó a España gracias a Velázquez. Y una obra magnífica, reivindicativa de la mujer, El Cid, impresionante óleo que representa la cabeza de un león, de la francesa Rosa Bonheur, que en la segunda mitad del siglo XIX pidió permiso oficial para vestir pantalones.

Y para celebrar estos días de Livin’ la vida loca, nada como un champagne: Moët Ice Impérial, creado especialmente para ser disfrutado con hielo; en concreto dos o tres cubitos de hielo en una copa de estilo Cabernet. Y a vivir, que son dos días.

Sigan con salud.

 

Foto: elconfidencial.com

 

 

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