Barricada Cultural

 

26/12/2016

Cuatro películas... con alguna escena de Navidad (bonus track)

por Alicia Noci Pérez

Ya que estamos en plenas fiestas navideñas, época de regalos, voy a hacerles yo también uno muy modesto. Como terminamos la semana pasada la serie de películas que transcurren en Navidad, antes de comenzar la siguiente, cerraremos este tema con algunos de los muchísimos filmes que presentan, a lo largo de su metraje, alguna escena ambientada en estas fechas.

Es curioso que hay películas que han quedado como típicas de esta época cuando, en realidad, sólo presentan algún momento, más o menos largo, en el que, verdaderamente, sea Navidad. Quizás uno de los ejemplos más claros es el de “¡Qué bello es vivir!”, que sitúa en el día de Nochebuena el final, desde el momento en que George Bailey se da cuenta de que su tío ha perdido una importante cantidad de dinero, lo que supone la bancarrota para su negocio, el desarrollo siguiente de los acontecimientos en que Clarence, el ángel en busca de alas, le muestra lo que sería la vida sin él y la maravillosa última escena en que se encuentra su casa llena de gente dándoles dinero para ayudarles. A pesar de que el resto es la vida de George y, obviamente, ocurre a lo largo de varios años, es ese final tan solidario y tan lleno de amistad y de cariño el que le da sentido a toda la historia porque el mensaje, típico de Frank Capra, es que todo lo que das, se te devuelve. Imposible que algo así no calara en espíritus sensibles, mucho más en estos días.

Otra a la que le sucede algo parecido es “Mujercitas”. Igualmente, asistimos al desarrollo vital de las cuatro hermanas March a lo largo de unos cuantos años y estaciones, pero una vez más las escenas que se desarrollan en Navidad parecen adueñarse de la historia y la convierten en un clásico de esta época. Imagino que tiene que ver en ello que es Navidad cuando comienza y lo es a lo largo de varias escenas, como aquélla en la que, tras leer con su madre la carta de su padre, que está en la guerra de Secesión de los EE.UU., todas deciden cambiar sus regalos bajo el árbol por otros para ella o, también, cuando representan el pequeño teatro en la sala de estar.

También me lleva directamente a estas fechas “Juan Nadie” (otra vez Capra), excelente película protagonizada por Gary Cooper y Barbara Stanwyck en la que el primero interpreta a un vagabundo que se ve envuelto en los “tejemanejes” de la periodista, a la que da vida la segunda, a fin de demostrar la importancia de la gente corriente y conseguir, con ello, un éxito periodístico. Todo comienza con la publicación de una carta supuestamente firmada por Juan Nadie (o John Doe) en la que anuncia su suicidio en Nochebuena como forma de protesta por la situación de crisis derivada de la Gran Depresión tras el crack del 29. Resulta todo un éxito entre la población que termina desvirtuado por la prensa y los políticos (¡qué extraño!). Y en esa noche, en la terraza del Ayuntamiento, está, fiel, el comprometido John dispuesto a lanzarse al vacío.

Otro clásico al que le ocurre exactamente igual es “La gran familia”. Si la recuerdan, es el recorrido por clases, exámenes, vacaciones, amores, Primera Comunión, trabajos y, por supuesto, Navidad. Todo el mundo ha oído hablar del pequeño Chencho perdido en el mercadillo navideño de la Plaza Mayor de Madrid mientras su abuelo y sus hermanos lo buscan. Es simplemente una parte más de la historia, pero...

En esta especie de toma de la parte por el todo yo también incluiría “Eduardo Manostijeras”. Una de las escenas más recordadas es aquélla en la que el protagonista esculpe un ángel de hielo, mientras la familia que lo acoge coloca los adornos navideños, y, bajo las virutas que van saltando, baila Winona Ryder como si lo hiciera bajo la nieve. Los buenos sentimientos y la inocencia del personaje de Johnny Depp hacen de esta película otra cinta estupenda para estos días.

En cambio, no se considera navideña “El diario de Bridget Jones” y, sin embargo, la vida de Bridget no hubiera sido igual sin aquella Navidad en la que, en casa de su madre, tuvo un encuentro poco afortunado con Mark Darcy. Y vuelve a ser Navidad un año después, cuando se declara a Mark.

“La taberna del irlandés”, de John Ford, transcurre prácticamente en Navidad, aunque nadie lo diría porque, en una isla del Pacífico, el clima está muy alejado de nuestra idea de frío. Destaca una divertidísima escena en la que celebran una misa de Nochebuena muy internacional (merece la pena fijarse en los “Reyes Magos”) que termina pasada por agua porque el sacerdote dedica el dinero que recibe más a sus feligreses que al techo de la iglesia.

Tiene escena navideña “Lo que el viento se llevó”, cuando vuelve Ashley de permiso de la guerra y ella le regala un fajín para su uniforme; “Memorias de África”, esta vez en Nochevieja, cuando comienza el año 1919 y el romance entre Karen Blixen y Denys Finch-Hatton; “Música y lágrimas”, el título un poco cursi para la película que protagonizó James Stewart sobre la vida de Glenn Miller, cuyos últimos minutos transcurren en una habitación con un árbol perfectamente adornado mientras suenan las canciones del compositor de “Moonlight serenade”; o, por supuesto, “Toy story”, que termina con los nervios de los juguetes ante la llegada de los nuevos que le van a regalar a Andy.

La lista puede ser interminable. Sirva ésta como un pequeño ejemplo de lo recurrente que es esta festividad en el cine. Y seguro que ahora se fijarán cuando descubran, en alguna otra película, una escena de Navidad.

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