Barricada Cultural

 

29/11/2016

Cuatro películas... que transcurren en Navidad (I)

por Alicia Noci Pérez

Sí, así es, en un alarde de originalidad he pensado que, dadas las fechas que se nos vienen encima, lo lógico sería dedicar una serie de cuatro películas a esta inevitable época del año. Es verdad que aún queda un poquito, pero si los supermercados llevan semanas vendiendo polvorones ¿por qué no podría yo empezar también? (a escribir sobre Navidad, no a vender polvorones...).

No voy a comentarles mis cuatro películas navideñas favoritas, ni las favoritas del universo en general, simplemente quisiera traer aquí cuatro historias que transcurren en esos días y, que, además, resultan ser cada una de ellas una visión de esta celebración amada y odiada a partes iguales. Y la primera va a ser “Plácido”, la ácida visión de Luis García Berlanga como director y Rafael Azcona como guionista. Digamos que se ha convertido en la película de Navidad por excelencia, de la Navidad con más sombras que luces, incluidas las parpadeantes, porque refleja, exactamente, en lo que han venido a dar estas fiestas. Surgió en aquel momento como crítica a una campaña, hecha a la medida de la sociedad franquista, a la que se dio el descacharrante nombre de “Siente a un pobre en su mesa” con la idea de animar a las clases pudientes a que, la noche de Nochebuena, invitaran a cenar a una persona menos favorecida. Y no es que la idea en sí estuviera mal, es todo su trasfondo lo que resulta desalentador. Tanto como que, hoy en día, siga absolutamente vigente. La Navidad se muestra como sinónimo de hipocresía, de vendernos a nosotros mismos y, por supuesto, a los demás, lo buenos que somos. Y por eso, precisamente, acechan las campañas benéficas a las que se apuntan todo tipo de empresas y personajes, como las ollas Cocinex, la lista de actores medianamente conocidos y en plena promoción, o la emisora de radio que retransmite el evento. Parece que descarga un poco la conciencia, y da una imagen estupenda, el dedicar una cantidad de dinero o un ratito de la vida de uno a la solidaridad. Y, mientras tanto, Plácido, el hombre normal, al que los problemas no se le van de vacaciones, corre de acá para allá a fin de conseguir el dinero para la letra de su motocarro. La película se rueda en 1961, pero creo que, tristemente, lo único que se ha quedado antiguo es la palabra motocarro. Porque, como se escucha en el villancico que le pone fin, “en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido, ni nunca la habrá”.

Ahora estarán pensando que soy una aguafiestas. Nada más lejos de mi intención. Ya Víctor Erice comentó que "el objetivo final de la película es mostrar la incomunicabilidad de las personas" (artículo de El País “Un genial esperpento”, de Diego Galán, publicado el 1 de enero de 2003). Pues eso, llega un buen momento para revisar este film y que nos lleve a preguntarnos si, realmente, nos embarga la bondad o no tanto. Y, además, es un peliculón que fue nominado al Oscar a mejor película de habla no inglesa en 1962, que recibió varios premios a mejor película, mejor director y mejor actor (tanto para Manuel Alexandre como para José Luis López Vázquez). Y es de humor, negro, negrísimo, pero humor. Se quedarán con un regusto amargo, pero siempre pueden comerse después un buen polvorón.

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