19/07/2017
Dícese del deseo sexual incontrolado y desordenado. Amar a otro persona, lo que pondría a Dios en segundo lugar. Su virtud contrapuesta es la castidad entendida como la moderación de los placeres sexuales, que no es lo mismo que la abstinencia sexual. Los ministros de la Iglesia deben practicar la castidad, que no la abstinencia, ojo.
Una de las diferentes ofensas contra la castidad, como virtud, además de la masturbación, la pornografía, la fornicación (entendida como acto sexual fuera del matrimonio), la violación y el incesto es la lujuria y lo es como búsqueda de placer venéreo por uno mismo.
Para el catolicismo el placer sexual no es malo en sí, es algo natural y es considerado como la expresión física del amor íntimo entre dos personas. Hasta aquí todo bien, pero cuando el exceso de placer corporal se convierte en el motor de un ser humano, éste se convierte en un pecador o enfermo si centra y exagera su deseo por encima del amor, que llega a desvirtuar y hasta perder la capacidad de amar. Igual que un exceso de alcohol conduce al alcoholismo, un exceso de sexo conduce a la sobreexcitación y la dependencia.
Cuando esto ocurre, podemos hablar de enfermedad, el impulso sexual excesivo, satiriasis o ninfomanía, es un trastorno obsesivo compulsivo, no sólo lo pienso y siento, sino que también actúo. Tradicionalmente, cuando hablamos de adicción siempre nos hemos referido a las drogas, pero se ha descubierto que el elemento esencial de toda adicción es el descontrol, la pérdida de la voluntad y control sobre determinada conducta que al principio es placentera pero que va ganado terreno y se convierte en el dominador de la propia vida. Y el sexo se puede convertir en una droga.
¿Y qué dice la terapia humanista? Según los eneatipos, la pasión dominante de la lujuria corresponde al desafiador. De torso ancho y expandido, de piel curtida, con mirada desafiante, su cuerpo parece un tanque, resistente y preparado para el ataque. Es decidido, impetuoso, visceral, sádico, emprendedor, fuerte, temerario, protector, impulsivo, dominante, activo, pasional, agresivo, hedonista, embaucador, asertivo, intimidador, rebelde, insensible e independiente. Es el macho (o la hembra) alfa de la manada. Es el Vito Corleone de El Padrino, Malamadre de Celda 211 o el Robin Hood de los bosques.
En su infancia tuvo una vivencia que le provocó una decepción intensa o algo que sintió como una traición. Muy probablemente llegó a sentir que no pude confiar en el padre, lo que provoca un fuerte desarraigo y menosprecio a la autoridad. Se enfundó una coraza de sadismo y venganza, una intensa sensación de injusticia, traducida en agresividad. Pero lo que subyace es una profunda herida de cuando era vulnerable y que es tapada con una necesidad de fortalecerse.
La lujuria no es un pecado mortal, no es más que la respuesta visceral a una traición, abandono, o decepción paterna sentida a una temprana edad en la que el niño indefenso crece dolido y se protege tras un manto de agresividad para no volver a ser dañado.
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