viernes, 29 de marzo

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Haciendo las américas

Preparativos

por Lola Romero (Houston)

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Con el mes de junio llega la temporada de huracanes a las costas de Texas y el sur de Estados Unidos. En Houston no pasa desapercibido, como es lógico, y periódicos, radios, teles y casi cualquier folleto publicitario se encargan de repetir una y otra vez los consejos para estar preparados en caso de temporal.

Decía que es lógico porque, como sabéis, en los últimos años hemos tenido toda suerte de fenómenos meteorológicos que han provocado graves inundaciones y daños materiales, y especialmente durante el huracán Harvey en 2017, quedó claro que la planificación y la preparación jugaron un papel muy importante para prevenir males aún mayores. Por eso, al llegar estas fechas, corren ríos de tinta y palabras para que todos recordemos tener almacenadas botellas de agua, linternas, pilas, comida en lata, papel higiénico y medicinas, amén de cualquier otro bien de primera necesidad. Otra cosa es lo que cada uno entienda por esto, porque creo que ya conté aquí que los días previos a Harvey lo primero que desapareció de los estantes del hipermercado fueron las bolsas de patatas fritas y otros “snacks”.

Incluso en los colegios, preparan a los niños y hacen simulacros sobre dónde acudir en caso de amenaza (también ensayan procedimientos para casos de tiroteos y “malos” entrando al colegio, como explica mi hijo, pero eso ya es otra historia). Y absolutamente todos los niños saben que el 911 es el número de emergencias.

Pero más allá del ámbito doméstico, en las oficinas, obras, hospitales, hipermercados, etc., se multiplican las reuniones centradas en los peligros que un huracán puede suponer para un empleado, desde los planes de evacuación de emergencia a qué tipo de protección hay que llevar en las manos en tareas de desbroce o recuperación, por poner sólo unos ejemplos. Y existen protocolos para comunicarse con empleados en caso necesario, o directrices de actuación para preservar la seguridad del negocio y los clientes, además de instrucciones más desinteresadas como ofrecer agua en caso necesario. Me cuentan que durante el huracán Ike en 2008, en nuestra zona hubo cortes de electricidad y agua, por lo que algunos supermercados ofrecieron paquetes de botellas de agua gratis, y empresas que contaban con generadores abrieron sus puertas para que la gente pudiera enchufar y cargar sus teléfonos móviles.

La verdad es que todo esto impresiona al principio, y supongo que hace cinco años a mí se me quedaba la cara que ahora se les queda a los recién llegados. La misma cara casi que a algunos de mis compañeros cuando les digo que en España no tenemos huracanes ni tiempo tan extremo. Para ellos la rutina de cada mes de junio es eso, una rutina, y a parte de seguir un poco más de cerca las informaciones sobre el tiempo, nada cambia en su día a día ni en sus planes de verano. Bueno, claro, hasta que llega un huracán “de verdad”.

Después de cinco años aquí, nosotros también nos hemos acostumbrado, y aunque procuro tener los “víveres” por si acaso, ya no le damos más importancia. Pero es verdad que olvidar, no olvidamos. Sinceramente espero que este verano tampoco toque huracán… Yo con Harvey tuve más que suficiente…