Llegó septiembre otra vez. Adiós, verano, adiós… Gracias por tus días largos y soleados, por las vacaciones y el tiempo con la familia, por recargarnos las pilas para volver a empezar con las rutinas y la normalidad. Y así el ciclo vuelve a comenzar.

Ya hace un mes que volví de España, y tres semanas desde que mi hijo empezó el colegio. Hasta nos ha dado tiempo a marcharnos de puente a Chicago (esto os lo cuento en el próximo), y más o menos, ya tenemos las rutinas diarias establecidas. Pero aunque aquí adelantemos la “rentrée” a mediados de agosto, cuando llega septiembre no cambia para mí la sensación de inicio de ciclo. Porque sigo viendo este noveno mes como un principio, como una nueva oportunidad, el momento de aceptar nuevos retos y sentir el cosquilleo de los nervios por lo desconocido, pero con la seguridad de pueden aprenderse miles cosas buenas, divertidas, interesantes.

Así que, por la sensorialidad que me caracteriza, cuando llega septiembre es como si pasar las hojas del calendario no fuera suficiente. Por eso ando mirando mucho por la ventana, observando las nubes grises de las tormentas que tenemos casi todos los días. Es como si así recreara mejor la sensación de los pies fríos y la chaqueta sobre los hombros que ya tendría en España a estas alturas, y que irremediablemente me lleva al cosquilleo que decía más arriba, a la ilusión por lo que viene, lo que empieza.

También estoy haciendo muchas listas. Me encanta eso de poner por escrito lo que tengo que hacer. O lo que debería hacer, que no siempre coinciden. Compras, tareas en la casa, llamadas, emails, temas nuevos para los artículos… Porque septiembre es también el mes de las preparaciones, de las acciones e intenciones que quieren incorporarse a los hábitos diarios. Como una segunda oportunidad tras los propósitos de Año Nuevo fallidos.

Ya casi se me han olvidado las vacaciones, pero no he dejado mucho espacio a la tristeza. Diciembre y las Navidades están a la vuelta de la esquina, así que prefiero concentrarme en los días que me quedan para disfrutar septiembre, para descubrir esos nuevos retos, organizar nuevas costumbres y establecer nuevas tradiciones.

Para volver a empezar.

Foto: Lola Romero (Tarde de tormenta a través de mi ventana en The Woodlands, que me recuerda a septiembre en España…)