sábado, 20 de abril

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Haciendo las américas

Líneas para el verano: De cine

por Lola Romero (Houston)

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De cine… o de series he hablado en numerosas ocasiones: de los Óscars, algunas películas y sus polémicas y, sobre todo, de la influencia del séptimo arte y la caja tonta en la vida diaria, o al revés. Precisamente por eso he seleccionado este artículo de 2015, porque sigo teniendo las sensaciones que describo al salir a la calle o visitar determinados lugares. Pasan los años, te acostumbras a muchas cosas, pero no hay día que algún detalle no me recuerde que “esto es como en las películas”. A veces hasta con banda sonora…

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A pesar de llevar un año y medio aquí, sigue siendo divertido para mí imaginar que me voy encontrando por la calle tal o cual personaje “de película”, o que estoy viviendo directamente “en la película”. Bueno, a veces, ni siquiera tengo que imaginarlo, puesto que la sensación viene sola cuando veo algo conocido (o más bien, re-conocido).

Lo que voy a escribir hoy resultará un poco críptico para muchos, pues más que un comentario a la vida americana, como suelo hacer, esto va a ser (o eso quiero que sea cuando estoy empezando a escribir estas líneas) un ejercicio literario. Supongo que mi amigo Vázquez adivinará todas a la primera, pero para los que no, más abajo tendréis la lista de películas a las que voy a referirme.

Y es que no hay día que no vaya por mi calle y no mire de reojo las alcantarillas. A esas que se abren como bocas en los laterales de las aceras, y por las que se escucha siempre, siempre, una corriente de agua. Si voy en coche, quizá me despisto, pero si voy caminando, paso delante de ellas lo más rápido que pueda. No, no puedo quitarme de la cabeza la imagen de un payaso con ojos amarillos, una nariz roja reluciente y una boca llena de dientes puntiagudos, esperando a que algún chaval incauto ose buscar sus llaves perdidas metiendo la mano por la abertura.

Sin solución de continuidad, normalmente de esa sensación incómoda paso a la contemplación de una la bucólica estampa de unos árboles arropando casas de madera con porche. En estas no hay mecedoras, ni caminos de tierra que terminan en la carretera, pero si reciben la visita de los autobuses amarillos de la escuela. Porque los autobuses de las rutas escolares son amarillos por ley, y mantienen el mismo aspecto que en los años sesenta (esto no sé si es por ley). Muchas veces, cuando veo que se abren las puertas y suben o bajan los niños, espero sin darme cuenta que aparezca un muchacho con aparatos ortopédicos en las piernas…

Si me adentro en los campos de Texas por alguna carretera secundaria, los graneros y las vallas de madera blanca me hacen pensar en un meteorito llegando de noche y en el llanto de un bebé que, casualidades de la vida, acabará siendo periodista.

Y si de noche miro a la luna a través de los árboles de esta especie de bosque en el que vivimos, juro que no me sorprendería si de repente una bicicleta voladora cruzara el firmamento. Con la NASA tan cerca, tampoco me sería difícil creer un protocolo de cuarentena para cincuenta kilómetros a la redonda.

Pero no todo es campestre. No sé si lo he dicho alguna vez, pero el “centro” de nuestra ciudad (The Woodlands, no Houston), me parece sacado de un estudio cinematográfico. No sólo porque todo en Market Street parezca encantador, y de cartón piedra, sino también porque se me asemeja a otra plaza cuadrada presidida por un reloj. Un reloj que marca la hora, pero por el que no pasa el tiempo. Lo mismo lo ves en 1985, que en 1955, que en 2015… Bueno, aquí no hay reloj, pero sí cine a la vieja usanza hollywoodiense, con luces de neón y letras de quita y pon.

Y así casi todos los días. Reconozco que tengo mucha imaginación, siempre la he tenido, y buena memoria para recordar detalles, escenarios, nombres… así que aunque también recuerde películas de miedo, en la mayoría de los casos, evoco escenas divertidas, o algo nostálgicas, o finales felices, de los de “y comieron perdices”, que en versión americana suele ser un “The End” pequeñito que va haciéndose más y más grande mientras suena la canción de turno de la banda sonora…

 

Películas que he recordado hoy: 1. IT (T.L. Wallace, 1990); 2. Forrest Gump (R. Zemeckis, 1994); 3. Superman (R. Donner, 1978) (y sí, ya sé que Clark Kent se cría en Kansas, no en Texas); 4. E.T. El extraterrestre (S. Spielberg, 1982); 5. Regreso al Futuro (R. Zemeckis, 1985).

P.D. La foto es de Market Street, la he encontrado en www.woodlandsenespanol.com