martes, 3 de junio

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Haciendo las américas

Big Texas

por Lola Romero (Houston)

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Hay un lugar al norte de Houston, muy cerca de donde vivimos, que reúne todos los tópicos que a una se le ocurren sobre Texas y los texanos: cabezas de vacas longhorn, gente vistiendo vaquero de la cabeza a los pies, mucho sombrero de ala ancha, cuero, madera y la estrella de la bandera texana allá donde mires. De hecho, se llama “Big Texas”, y se asemeja a un granero enorme donde la gente se reúne a socializar y, sobre todo, a bailar.

Está lleno de “cowboys urbanos”, así como los que poblaban el Gilley´s del “Cowboy de ciudad” que protagonizó John Travolta en 1980 (película localizada y rodada en Houston, por cierto), y quiero decir con esto que aunque de vez en cuando aparezcamos “forasteros” por allí, el Big Texas es auténtico, pensado por y para los vaqueros, esos “cowboys” de todas las edades que todavía se ven por estas tierras.

Estuvimos un sábado por la noche, a eso de las diez, justo cuando más concurrido suele estar, aunque había sitio de sobra para bailar y ver bailar. Y lo primero que llama la atención es la pista de baile circular, como un anillo que rodea una gran barra de bar, de tal manera que la gente danza moviéndose alrededor creando la sensación óptica de que la pista se mueve.

La música que más se escucha es country, obviamente, aunque los estilos dentro de esa categoría pueden ir del “vals” de violines y banjo medio lento, a las melodías que invitan a los bailes coreografiados en grupo (pensad en el “No rompas más mi pobre corazón”, de Coyote Dax, aunque salvando muchísimo las distancias). Por eso es muy curioso ver cómo la gente se mueve por la pista sin casi rozarse, y eso que giran y giran alrededor de sí mismos, mientras orbitan alrededor de la barra central. Se necesitan años de práctica para eso…

Y todo el mundo se anima: recuerdo ver un señor que no tendría menos de ochenta años bailando un vals con la que parecía su pareja y después intentando seguir el ritmo de una de las polkas más rápidas.

Me cuentan que los miércoles hay clases gratis para aprender a bailar el típico “Two Step” o “Dos Pasos”, los “swings” de ambas costas de Estados Unidos, los valses y las polkas, y que se llena bastante de turistas o forasteros, como decía más arriba, deseando impregnarse del espíritu “granero”, que sí, tantas veces hemos visto en el cine.

Y es que es muy divertido intentar bailar y seguir los enrevesados pasos a primera vista, y es entretenido ver cómo se saben el orden las chicas jóvenes y cómo intentan adecuar el estilo country incluso cuando suena Rihanna. Y es que el día que estuvimos nosotros alternaban música de todo tipo, aunque la pista se llenaba más cuando sonaban acordes de guitarras, armónicas y banjos.

Nosotros íbamos “emparejados”, pero sí que se veían movimientos de “aproximación”, y pedidas de bailes, quizá como cualquier sábado en una discoteca en España, sólo que aquí los sombreros y el azul del omnipresente tejido vaquero, daban un toque tan auténtico que parecía que nos hubiéramos trasladado en el tiempo unas cuantas décadas atrás.

Fue toda una experiencia, y hemos prometido volver un sábado y también probar las clases de los miércoles, a ver si realmente hay alguna ciencia detrás de saber mantener el ritmo de pasos y taconear antes del giro para volver a empezar. Viviendo aquí, aunque la ironía y la acidez “made in Spain” no nos abandonen, de vez en cuando no está mal dejarse invadir por el espíritu texano… ¡Y mejor que sea en el baile que en otra cosa!

 

Foto: Lola Romero