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La película de la tele

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Dumbo ()

Director: Ben Sharpsteen

Intérpretes: Animación

Sinopsis: Las cigüeñas llegan, como todos los años, hasta un pintoresco circo para repartir los bebés a sus respectivas mamás. La señora Dumbo, una elefanta, descubre que su bebé tiene unas orejas enormes; todas sus compañeras se ríen de él, pero la señora Dumbo lo defiende siempre, hasta el punto de ser encerrada por enfrentarse a todo aquel que se mofe de su retoño. El pequeño Dumbo, maltratado y ridiculizado por todos sus compañeros, sólo cuenta con la ayuda de un minúsculo ratoncito llamado Timothy, que decide hacer de él una estrella del circo.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Este domingo 5 de mayo a las 16:00 h. en Disney. 

DUMBO es y será siempre cine inmortal, eterno. Pertenece, y continuará haciéndolo, estoy seguro, a la infancia de tantos de nosotros y de tantas generaciones. Es cine fascinante y fascinador, de sentimientos y de grandeza técnica, de permanentes amplias miras imaginativas.

A DUMBO nos asomamos con 8, 20, 30, 40, 50 y los años que sean menester. Nunca, a ninguna edad, deja de asombrar y embelesar. Y, por supuesto, no tengo que escudarme en el plural, hablo en primera persona.  

Su argumento supongo que es más que sabido. El elefantito volador de enormes orejas ridiculizado por todos. En realidad, el renovado cuento de Hans Christian Andersen sobre el patito feo hecho paquidermo. Una historia universal que siempre conectará con los seres humanos mientras no acabemos convirtiéndonos en máquinas… y aun así no tendría tan claro que no continuase haciéndolo.  

Fue uno de los primeros largometrajes del mítico Walt Disney (y de su igualmente mítica factoría, hoy en día ya mastodóntica), concretamente el tercero, tras su deslumbrante irrupción tan solo un año después de la aparición del technicolor con el brillantísimo y ejemplar BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS de 1937 y el sorprendente, innovador y embrujador FANTASÍA de 1940.  

La técnica y el ya mencionado colorido puede que hayan sido lógicamente rebasados en la actualidad, aspecto que no crean que tengo tan claro, pero pese a ello, continúo quedándome perplejo ante lo que fue capaz de realizar en 1941 el mago de Burbank. Coincidente en el tiempo dos años después del comienzo de la II Guerra Mundial, en el mismo momento en que EEUU se sumó a la contienda tras el feroz y devastador ataque a Pearl Harbor. Pero, desde luego, sigue conservando intactos un hechizante tono sentimental y un encanto primitivo al que me resulta imposible sustraerme.  

Hoy en día, en tiempos más revueltos, cínicos, irónicos y escépticos parece que este cine de buenos sentimientos ha quedado un poquito relegado, aunque estoy convencido que siempre será como la marea, nunca se acaba de ir, siempre regresará.  

Precisamente una de las secuencias que recuerdo con más placer de la ruinosa pero estrafalaria, derrochadora y divertida 1941 de Spielberg, es aquélla en la que un inflexible general del Estado Mayor acaba llorando a moco tendido durante su visionado.  

Tal vez éste sea el mejor resumen de lo que supone DUMBO: Ablanda el corazón hasta del más duro.  

José Luis Vázquez