Director: Vincenzo Natali
Intérpretes: Adrien Brody, Sarah Polley, Brandon McGibbon, David Hewlett, Abigail Chu, Delphine Chanéac, Amanda Brugel, Stephanie Baird
Sinopsis: Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son dos brillantes científicos que, por medio de la ingeniería genética, se dedican a crear variaciones de especies conocidas. Aunque han alcanzado el éxito, su ambición les hará perder el control, cuando, en secreto, decidan llevar sus experimentos más allá de la moral. Combinando ADN humano en sus experimentos genéticos obtendrán un nuevo escalón en el árbol evolutivo actual.
Este sábado 4 de mayo a las 22:00 h. en La Sexta 3. Esta co-producción canadiense-franco-estadounidense es de lo mejorcito que he visto en el género fantástico y de ciencia-ficción, y he descubierto obras muy interesantes, en los últimos cinco años. De lo mejorcito, más retorcido y fascinante.
Consiguió en Sitges un premio a los mejores efectos especiales en 2008, pero su gracia, con ser este apartado muy loable, no estriba precisamente en eso, sino en esa oscura historia que va tejiendo su director y guionista, el cineasta estadounidense (de Detroit) Vincenzo Natali, en torno a una relación atípica, aparentemente contra natura, de aproximación y destrucción.
Quien lo haya visto o lo haga ahora por primera vez, le resultará muy difícil, indistintamente de que le guste más o menos, olvidar unas imágenes de una rara y perturbadora belleza, de desasosiego y permanente misterio.
Adrian Brody y Sarah Polley, actriz canadiense que ha llegado a trabajar con Isabel Coixet (en la notable MI VIDA SIN MÍ) llevan a cabo un gran trabajo interpretativo, algo a veces inapreciable por ser este tipo de género de no tan estimado prestigio, dotando a sus personajes de una considerable intensidad.
El anteriormente citado e interesantísimo Natali (responsable de las angustiosas y originales CUBE y CYPHER), aquí casi primo hermano del cine enfermizo del genial David Cronenberg, consigue crear una atmósfera y tensión que se mantienen en todo momento, hasta llegar a ese relativamente sorpresivo estallido final.
La criatura es todo un hallazgo. Presenta un indistinto tono angelical y espantoso que logra en algunos, por lo menos en mí, que no despegue en modo alguno la mirada de la pantalla, sea ésta más grande o más pequeña.
Y acierta al entremezclar un tono de drama intimista con el del puro “fantastique”, sin abrumar, ni resultar excesivo en este último aspecto, todo lo contrario, dosificando la intriga.
Extravagante, única, inclasificable, amenazadora… No tengo del todo claro por qué no le otorgo la máxima calificación, tal vez porque hay un algo flotando en el ambiente, alusivo a estar al borde del ridículo en algún momento… y eso ya, averígüenlo ustedes.
José Luis Vázquez