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La película de la tele

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Torrente 5: Operación Eurovegas ()

Director: Santiago Segura

Intérpretes: Santiago Segura, Julián López, Jesulín de Ubrique, Alec Baldwin, Fernando Esteso, Carlos Areces, Angy Fernández, Anna Simon, Neus Asensi, Chus Lampreave, Florentino Fernández

Sinopsis: Torrente se encuentra aturdido ante una España convulsa y dividida. Debe encontrar respuestas en su interior para despejar su confusión y salir de la encrucijada… ¡Ah! y también intenta atracar un casino con una banda de incompetentes.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 1 estrellas

Este martes 19 de mayo a las 23:00 h. en Canal+1.

Se ha quedado corto Santiago Segura en la visión que ofrece de una España de dentro de un lustro. Y no será porque la realidad no supere a la ficción en esta actual sociedad de nuestras entretelas, subterráneos, caspa, independentismos, populismo,  corruptelas y tarjetas opacas de Cajamadrid. Y aunque la cámara es utilizada como broca que se incrusta en algunos de estos males que nos aquejan, otra vez la gamberrada más estéril es la que se acaba imponiendo por encima de cualquier sutileza o despiadada reflexión.

Pero antes de proseguir con lo que es la estricta crítica de esta quinta entrega del infecto Torrente, debo hacerles queridos lectores, una confesión en toda regla, en aras claro de que sepan a qué atenerse conmigo.

Valoro lo que ha sido capaz de montar en estos años el showman madrileño –referirme a él como cineasta, lo obviaré piadosamente en lo referido a su sentido más artístico- siendo capaz de atraer a masas de espectadores, el marketing del que ha acompañado a su detestable criatura-saga, pero jamás me interesó lo más mínimo, ni lo hizo en su puesta de largo ni en sucesivas secuelas. Su humor pese a requerirlo el personaje siempre me pareció cochambroso, zafio, burdo, de fácil gatillo. Y no es que uno persiga sofisticados escenarios y exclusivo humor blanco, pero como decía aquél, un poquito de por favor.

Por supuesto, he de reconocer, pues no hacerlo sería tener puesta una venda, que ese humor garbancero y sin duda tan legítimo como cualquiera, ha calado en respetable número de espectadores españoles y capas sociales. Podría ser motivo de estudio sociológico o, puede que resulte tan sencillo, como que hay a mucha gente a los que le atrae este tipo de cine supuestamente humorístico… y punto pelota.

Pese a que siempre tengo un inmenso respeto por los gustos del pueblo, con el  que muchas veces suelo estar más de acuerdo que con los de mi propio gremio, no pienso hacer seguidismo porque sí y porque le guste precisamente a amplios sectores. Unas veces estoy de acuerdo y, en otras como esta, para nada.

Dicho lo cual, en cualquiera de sus salidas a pantalla, también tengo que reconocer que algunos “gags” aislados han mostrado cierta eficacia (estoy recordando el del comienzo creo que de TORRENTE 2, el leñazo con el coche) y hasta la tipología cañí que saca no deja de ser un tapiz de lo vivido y parido en estos últimos tiempos en nuestra piel de toro.

Aquí no recuerdo ninguno que aguante bien el tipo al salir de la sala. Casi todos recurren a chascarrillos gastados y referidos a defectos físicos de toda índole que ya han sido sobados en cientos de ocasiones. O si no, a archi trillados a estas alturas resbalones ocasionados por plátanos.

Eso sí, unos brillantes títulos de crédito iniciales a lo James Bond, me hacen concebir una lejana esperanza truncada exactamente al minuto, cuando aparece en escena el de Ubrique. Cierto que prometen emociones fuertes y algo más de elaboración sustantiva, pero la chabacanería más ramplona se vuelve a adueñar de nuevo de la función.

Y tal vez puede –francamente, no estoy para estos “concienzudos” análisis- que sea la más diestra técnicamente, ofreciendo un repertorio variado de movimientos de cámara (desde travellings circulares a grúas) puestos al servicio de la más desalentadoras de las nadas y de la diversión entre colegas menos empática, al menos con el que esto escribe.

El Santiago Segura ingeniosillo muñidor de chascarrillos como personaje público/popular, carece como director de ese indefinible y fundamental don que es sentido del ritmo. Por el mismo, no entiendan la acumulación atosigadora de peripecias desmañadas, como es el caso.

Además, el hecho de que se empeñe en firmar los guiones, algo para lo que no le encuentro especialmente dotado –por ser suave: carecen de consistencia, les sobra abundante dispersión y albedrío- revela tan solo a alguien apropiado para alguna, siendo clemente, graciosilla escena puntual en algún late show televisivo, pero incapaz para dotar a eso de una dramaturgia, una estructura narrativa bien hilada. A no ser que como tal entiendan cambiar un gag visual de fondo cambiando la camiseta de Messi del Barcelona por una del Madrid. Pero, claro, no se trata de eso.

Ese sentido buscado del feísmo que se gasta su protagonista, su cohorte y las situaciones expuestas, me resulta de lo más insoportable dadas sus bromas de brocha gorda y sus facilones tópicos, por mucho que el “autor” los auto justifique desmarcándose del personaje.

Conste que acepto que el cine no necesariamente tiene que sublimar las cosas, pero tampoco resultar un altavoz que jalee los aspectos más desagradables del ser humano. Y les aseguro que ya no es ni tan siquiera una actitud moralista por mi parte, sino puramente estética nada más. Por supuesto, estaría dispuesto aún así a aceptar los registros y el tono empleados a condición de que lo expuesto tuviera entidad, fuste, imaginación o verdadero sentido del humor, ese que no recurre a gracietas en torno a felaciones, pajillas y otras más que gastadas propuestas de índole parecida.

Ah… y cuando algún amigo o conocido me justifica que esta serie es mala pero divertida, francamente, no lo entiendo. Si es divertida deduzco que no puede ser mala (a mí lo que me divierte jamás podré desdeñarlo), o esos al menos no son baremos y valoraciones que suela utilizar o considerar aparejados. PLÁCIDO o ATRACO A LAS TRES no podrían provocarme risas si no me parecieran magníficas. En cualquier caso, está claro que apreciaciones y gustos son de lo más diversos.

Respecto a Jesulín/Jesusín, Cañita Brava, Barragán, Chiquito de la Calzada y un largo etcétera, mejor no me extiendo, pues me evito algún exabrupto y se lo evito a ustedes. Al fin al cabo, todo el derecho del mundo a mostrarse todos ellos como les dé la real gana y que eso venda, faltaría más… pero en este caso que no cuenten conmigo. A ninguno le cojo el puntito ni dichosa la gracia. Los geniales hermanos Marx, Chaplin, Keaton, Cary Grant, Jack Lemmon, Peter Sellers, Woody Allen, Billy Wilder o Blake Edwards entre muchos otros, han colonizado y embrutecido en exceso, afortunadamente, mis gustos en el terreno de la comedia. Y ya saben, las comparaciones son odiosas.

Lo único destacable, con diferencia, la evocación y el homenaje a Tony Leblanc. El desaparecido cómico sí tuvo siempre swing, gracia, estilo propio y alcance en el tiempo.

Por último, la secuencia “culminante” tiene lugar en una localización geográfica bastante familiar para los lugareños de la capital manchega y aledaños. Ni el Aeropuerto de Ciudad Real podía llegar a más ni Torrente a menos. Súmenle a esto, el reciente spot grabado por Van Damme y ahora a lo mejor comprenden algo mejor la razón de ser esta infraestructura fantasma (referida como tal a fantasmones con nada rastreable de mirlos blancos). 

José Luis Vázquez