Director: KIng Vidor
Intérpretes: Kirk Douglas, Jeanne Crain, Claire Trevor, Richard Boone, Jay C. Flippen, William Campbell, Mara Corday
Sinopsis: Dempsey Rae (Kirk Douglas) decide marcharse de Kansas City hacia Wyoming donde espera tener nuevos aires para su atormentada existencia. En el tren en el que viaja como polizón, se hará amigo del joven Jeff Jimson (William Campbell), a quien llamarán "Texas" cuando comiencen a trabajar en el rancho de Strap Davis. Después comenzarán los problemas cuando la nueva propietaria ya es Reed Bowman (Jeanne Crain) una bella y ambiciosa mujer que sigue pensando que el agua y el pasto son de todos y no está dispuesta a respetar las alambradas de nadie.
Este lunes 7 de julio a las 18:15 h. en CMT.
El errante Dempsey Rae que creara un como siempre vigoroso y enérgico Kirk Douglas en 1955 para LA PRADERA SIN LEY, continúa pareciéndome a los casi sesenta años de su aparición, uno de los personajes más entrañables del género del Oeste.
Ese MAN WITHOUT A STAR, ese Hombre sin Estrella al que alude el título original de esta película, desprende un idealismo admirable en su crepúsculo y en su parcial derrota. De alguna manera lo prolongaría siete años más tarde en aquél otro western memorable y contemporáneo rodado en blanco y negro por David Miller, LOS VALIENTES ANDAN SOLOS.
Su permanente conflicto con las lindes y las alambradas, su carácter solitario, desarraigado, en constante conflicto con una civilización que todo lo va cercando, resulta aún hoy en día de un encanto y romanticismo irresistible. Aparte de Douglas, el mérito de su creación pertenece a ese poeta de los tipos errantes llamado Borden Chase y a un director genial, King Vidor, capaz de aunar con pasmosa sencillez lo épico y lo intimista. Este sería su antepenúltimo trabajo, tres años después de esa maravilla titulada PASIÓN BAJO LA NIEBLA.
El caso es que entre todos ellos y varios más nos regalaron una bellísima alegoría del hombre retratado en la máxima expresión de su libertad: errabundo, amante de derribar cualquier tipo de frontera, con el cielo como techado, enemigo acérrimo de acotar las tierras.
Dos baladas la salpican, una inicial de Frankie Laine, y otra interpretada por el propio Douglas con su acostumbrada jovialidad y vehemencia.
Pese a todas las contrariedades… optimista, emocionante. Y magistral. Uno de los títulos fundamentales del inabarcable y divino –por muy terrenal- western clásico hollywoodiense.
José Luis Vázquez