Director: George Marshall
Intérpretes: Glenn Ford, Shirley MacLaine, Leslie Nielsen, Mickey Shaughnessy, Edgar Buchanan, Willis Bouchey, Pernell Roberts, Slim Pickens
Sinopsis: Jason Sweet es un rudo ovejero que se ve obligado a enfrentarse con los ganaderos de la comarca, sobre todo con Stephen Bedford. Dell Payton, una despreocupada chica de frontera, atrae la atención tanto de Jason como de Bedford.
Este 31 de mayo a las 14:30 h. en 13TV.
Recuerdo con enorme alborozo mi primer visionado de este formidable western humorístico. Fue en una de esas maravillosas reposiciones de clásicos de las que podíamos disfrutar los jóvenes –y no tan jóvenes, claro- durante la década de los ochenta. Los dos posteriores por la pequeña pantalla me resultaron igualmente placenteros.
La historia no es que sea precisamente original, un típico episodio, un nuevo capítulo de las rivalidades, de las luchas entre ganaderos y ovejeros.
Pero lo que realmente la distingue es su tono, esa mezcla siempre tan difícil sin caer en el exceso de wetern y comedia. También posee un ritmo vivaz, muy ágil gracias al talento de un cineasta, George Marshall, en el que un día debería detenerme con más calma para analizar su prolífica y disfrutable obra. Así a bote pronto, les destaco UN MUERTO RECALCITRANTE, ARIZONA, OCHO EN FUGA, CORAZONES EN LLAMAS, LA CONQUISTA DEL OESTE, EMPEZÓ CON UN BESO (rodada en parte en España), LA DALIA AZUL, UNA HERENCIA DE MIEDO, EL RECLUTA o RAÍCES DE PASIÓN. Un todoterreno en todos los géneros, aunque en éste de la comedia parece ser que fue en el que sintió más cómodo.
Ya en 1919, en pleno período mudo, el propio Marshall había abordado este mismo argumento en una película no estrenada en España y titulada en el original PRAIRIE TRAILS.
Esa gracia que se gasta, esa humildad de orfebre ducho, esa afortunada mescolanza de géneros, ese aire relajado y desenvuelto con los que aborda el relato, el buen aprovechamiento tanto de paisajes como decorados, la acumulación de peripecias sin resentirse por ello su cadencia, su avezada mano para dirigir solventemente a grandes estrellas son cualidades aquí desplegadas generosamente por el cineasta.
El gran y al que nunca me cansaré de ponderar Glenn Ford es un ovejero testarudo hasta la extenuación. Una jovencísima Shirley MacLaine es la chica, Dell Payton, con la que surge un nada fácil romance. Y luego está un rudo y joven Leslie Nielsen (como terrateniente del lugar) o Pernell Roberts como pistolero. Pero a quien siempre evoco con especial simpatía y cariño es al reconocible y estupendo característico Mickey Shaughnessy (recuerden: el tipo igualmente sonado en la divina MI DESCONFIADA ESPOSA) como un descacharrante Jumbo McCall.
THE SHEEPMAN, tal es su título original, es un espectáculo de lo más grato y saludable de principio a fin. Qué verdadero gustazo supone reencontrarse con una manera de hacer y disfrutar del cine como ya es casi imposible encontrar, aunque se sigan produciendo magníficas películas. Pero títulos como éste destilan un no sé qué especial, un encanto inmarchitable, tal vez porque todavía el exceso de tecnología no había engullido la capacidad de narrar las cosas con una alegría y un entusiasmo deslumbrantemente primitivos.
De lo más reconfortante.
José Luis Vázquez