Director: John Huston
Intérpretes: Sylvester Stallone, Michael Caine, Max von Sydow, Pelé, Ardiles, Daniel Massey, Bobby Moore
Sinopsis: Segunda Guerra Mundial, año 1943. El comandante del campo de concentración de Gensdorff (Max von Sydow), que antes de la guerra había formado parte de la selección alemana de fútbol, se interesa por un un grupo de prisioneros que practican este deporte. Se le ocurre entonces la idea de organizar un partido en el que se enfrenten una selección alemana y una selección formada por prisioneros de guerra. Aunque al principio los aliados rechazan la propuesta, al final aceptan el desafío.
Este lunes 20 de enero a las 21:30 h. en CMT.
Está claro que con esta evasiva producción de aventuras carcelarias, escapes, nazis, campos de concentración y Segunda Guerra Mundial, todo un cóctel molotov, el formidable cineasta John Huston volvería a demostrar lo gran narrador que siempre fue… y también lo poco que sabía de fútbol. Bueno, respecto a esta última cuestión no le echaré la culpa sólo a él sino a los guionistas (Evan Jones y Yabo Yablinsky) que “imaginaron” ese, por otra parte, espectacular, emocionante y divertidísimo partido final con el que concluye.
Su trama sí puede parecer, tal y como está expuesta, de lo más increíble y delirante, pero he de reconocer que el entramado montado acaba resultando de lo más efectiva, remitiéndose por momentos a las ilustres TRAIDOR EN EL INFIERNO y LA GRAN EVASIÓN.
Matizo aún más esto último. Así lo manifiesto porque la representación llevada a cabo del deporte de masas por excelencia, aunque parezca un tanto peliculera, viene acompañada por unas imágenes, unas escenas de lo más resultonas y llamativas. Pongo tres ejemplos: ese pase con el tacón del finísimo interior argentino Osvaldo Ardiles, esa chilena de o rei Pelé o el paradón imposible de nada menos que el mismísimo Sylvester Stallone.
Precisamente de un –en ese momento de su carrera- rutilante Stallone, este constituye uno de sus ocho o nueve trabajos que podría salvar de su filmografía, junto a ROCKY (el primero, los que vinieron después fueron pura calcomanía pero faltos de todo vestigio de frescura, puro y respetabilísimo mercantilismo), ACORRALADO, inclusive RAMBO si se digiere como puro comic de inmaculado héroe y malvadísimos vietnamitas, HALCONES DE LA NOCHE, esa biografía sobre un célebre sindicalista del transporte, y alguno otro más que ahora se me escapa.
Pero muy por encima del siempre esforzado y simpático Stallone, debo destacar la presencia, el protagonismo de un actor incombustible, elegante donde las haya, excepcional. Me refiero, claro, a Michael Caine, que aparte de su habitual flema británica, muy adecuada para el personaje con el que le toca lidiar, ese capitán del equipo de los aliados que se tiene que enfrentar a un combinado alemán, vuelve a desplegar estilo a raudales.
Como ha sucedido en tantas otras ocasiones y con tantas otras películas, se le achacó en su momento por parte de muchos lo previsible que resultaba su argumento. Supongo que al maestro Huston, cuestiones alimenticias aprte, lo que más le preocupó y trató de hacer, algo que consiguió en un elevado porcentaje, fue filmar un entretenimiento sin mayores ni más sesudas complicaciones, un genuino divertimento. Misión cumplida, como lo obtenido finalmente por los competitivos futboleros.
José Luis Vázquez