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La película de la tele

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La boda de mi mejor amigo ()

Director: P. J. Hogan

Intérpretes: Julia Roberts, Dermot Mulroney, Cameron Díaz, Rupert Everett, Philip Bosco, Rachel Griffiths, Carrie Preston, Susan Sullivan, Paul Giamatti

Sinopsis: Julianne Potter es una crítica gastronómica que se da cuenta de que está enamorada de su mejor amigo el mismo día que él la llama para anunciarle su inminente matrimonio con una chica de la alta sociedad. Sólo dispone de tres días para urdir un plan que le permita impedir la boda.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Este sábado 7 de diciembre a las 15:30 h. en CMT.

El extraordinario guión de Ronald Bass invierte los términos típicos y trillados del género. Tan solo es uno de los muchos aciertos de esta gran comedia luminosa y festiva de P. J. Hogan, el inmejorable pasaporte en Hollywood del, parece ser, especialista en este tipo de asuntos, pues también firmara en su Australia natal la áspera y a la vez adorable, agridulce digamos, LA BODA DE MURIEL.  

Dotada de un considerable y elegante sentido del humor, cuenta la historia de una crítica gastronómica, Julia Potter, una chispeante Julia Roberts (gran actriz, por cierto), enamorada de su incondicional amigo de toda la vida, un adecuado Dermot Mulroney, justo en el momento en que éste le anuncia que se va a casar. El meollo va de la reconquista que diseña para llevárselo a su redil.  

Hay dos vértices más del “cuarteto” que resultan fundamentales, la futura esposa, una preciosa y burbujeante Cameron Diaz (todavía me estoy recuperando del numerito con el Ferrari en EL CONSEJERO) y otro amigo, este homosexual, inmejorablemente encarnado por Rupert Everett, muy ducho en estos menesteres de servir de apoyo.  

La secuencia del restaurante, a ritmo del célebre I SAY A LITTLE PRAYER que popularizaran, respectivamente, Dionne Warwick y Aretha Franklin, podría ser perfectamente el santo y seña del espíritu que embarga a esta arrasadora y contagiosa obra de rutilante colorido… y no me refiero solamente a su textura, sino al júbilo que despliega en todo momento.  

Qué bien vienen para estos tiempos oscuros y opacos películas de este tipo, todo un dechado de alegría, de simpáticos enredos y de contradictorios pero definitivamente buenos, muy buenos sentimientos.  

Si algún rezagado, algún espectador de nuevo cuño o adolescente asomado a la más inicial cinefilia todavía no la ha visto, no se le ocurra perdérsela.  Y no lo duden: entretenidísima.  

José Luis Vázquez