Director: Ricardo Franco y Fernando Bauluz
Intérpretes: Ariadna Gil, Fele Martínez, Elena Anaya, Ana Risueño, Elvira Mínguez
Sinopsis: Mientras regresa a casa, después de despedirse de su novia, Andrés es atracado por dos mujeres. Cuando, algún tiempo después, se encuentra con una de ellas, una joven desequilibrada de familia acomodada, surge en Andrés una obsesión incontrolable que imprime a su vida un giro inesperado que lo conducirá a abandonar todo cuanto posee.
Este martes 1 de octubre madrugada del 2 a la 1:30 h. en La Sexta 3.
Una película extraña, dura, inclasificable, inquietante, atractivamente imperfecta, “inacabada” y que supondría el testamento, la brusca despedida del cine y de la vida de su máximo responsable, el cineasta madrileño Ricardo Franco (LA BUENA ESTRELLA, LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO, sobrino de Jesús Franco y Julián Marías) que fallecería de un infarto de miocardio durante su rodaje. La acabó finalizando su colaborador y también colega Fernando Bauluz, responsable de la muy interesante MARTES DE CARNAVAL.
No la he vuelto a revisar desde su estreno hace casi quince años, y no sé si la obnubilación que me produjo en aquél momento se habrá diluido. Tengo curiosidad por saber cómo le ha sentado el paso del tiempo. Y es que hacer comentarios críticos sobre títulos vistos hace bastante, es un ejercicio muchas veces harto difícil, no tanto por qué no pueda ser rellenado con datos sacados de aquí y de allá, sino por lo que más importa, por poder recuperar la percepción y los sentimientos provocados, que si al tiempo transcurrido suman las películas acumuladas en el disco duro, pues ya tienen ahí el inconveniente.
Decía al comienzo que es extraña, y extraña y rara resulta su pareja protagonista, en concreto, el personaje al borde del abismo encarnado por Ariadna Gil, que es de una vulnerabilidad y desolación muy intensas. La catalana obtendría con todo merecimiento la Espiga de Plata en el Festival de Valladolid. Su interpretación es honda, deja poso.
Recuerdo con la bruma que otorga ese transcurrir de los años, una atmósfera bañada en una permanente tristeza y falta de esperanza. Pero recuerdo también una historia de amor entregada, al límite, generosa, turbulenta, como era habitual en la obra de Franco.
Es una obra atípica en el cine español, diferente, singular, con estilo propio y capaz de conmover en varios de sus pasajes pese al accidentado rodaje que padeció.
José Luis Vázquez