Director: Clint Eastwood
Intérpretes: Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya, Tsuyoshi Ihara, Ryo Kase, Shido Nakamura
Sinopsis: Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Rodada íntegramente en japonés, la película ofrece la versión nipona de la batalla de Iwo Jima, el episodio más cruento de la guerra del Pacífico, en el que murieron más de 20.000 japoneses y 7.000 estadounidenses. El objetivo de la batalla para los japoneses era conservar un islote insignificante, pero de gran valor estratégico, pues desde allí defendían la integridad de su territorio. El mismo año, Eastwood dirigió también ''Banderas de nuestros padres'', que narra la misma batalla desde el punto de vista norteamericano. La versión japonesa muestra cómo el general Tadamichi Kuribayashi (Ken Watanabe) organizó la resistencia a través de un sistema de túneles.
Este viernes 16 de agosto a las 22:20 h. en La 2. Lo más parecido a una película poética, EL ARPA BIRMANA de Kon Ichikawa aparte, es esta segunda parte del díptico que Clint Eastwood dedicara en 2006 a la tremenda –casi 30.000 muertos entre ambos bandos- batalla de Iwo Jima. La primera, BANDERAS DE NUESTRAS PADRES, se había centrado en el regreso de los soldados/héroes del frente y las manipulaciones políticas de sus gestas.
En esta LETTERS FROM IWO JIMA, que acaba resultando el adecuado reverso e insólito complemento de aquélla, el maestro californiano contempla el asunto y adopta el punto de vista desde el bando nipón. Para una mayor veracidad, fue rodada en el idioma de los hijos del Sol Naciente.
Partiendo de un espléndido guión de Paul Haggis (MILLION DOLLAR BABY) e Iris Yamahsita, inspirado igualmente en las memorias de un superviviente, se centra, preferentemente, en la resistencia que llevara a cabo del islote el general Tadamichi Kuribayashi (un impecable y veterano Ken Watanabe) a través de un sofisticado entramado de túneles.
Pero también trata de sus reflexiones más íntimas y la de algunos de sus soldados ante esta situación extrema. Es una película de una potente y bella, muy bella puesta en escena, dentro del horror que pueda suponer siempre la guerra. Expresa momentos de gran crudeza y narra con lenguaje diáfano, desolador y desnudo de artificios sensaciones como el miedo, la esperanza, la desesperación o el fracaso.
Nos presenta a los japoneses como seres humanos y no como esos implacables soldados imperialistas que, por otra parte, también así fueron.
Obtuvo un pírrico Oscar a los efectos sonoros, cuando verdaderamente se habría merecido un buen puñado.
Es un ejercicio febril y estilizado al máximo pero con alma y una gran carga emocional. Una obra maestra sin posibilidad de negociación alguna.
José Luis Vázquez