Director: Blake Edwards
Intérpretes: Peter Sellers, Claudine Longet, Marge Champion, J. Edward McKinley, Natalia Borisova, Fay McKenzie, Jean Carson, Al Checco, Corinne Cole, Dick Crockett
Sinopsis: Hrundi V. Bakshi es un patoso actor de origen hindú que se encuentra rodando una película en el desierto. Por sus continuas meteduras de pata, es despedido del rodaje. Inesperadamente, recibe una invitación para asistir a una sofisticada fiesta organizada por el productor de su última película. Gracias a Hrundi, en la fiesta se producirán las situaciones más disparatadas.
Soy plenamente consciente que aquello que en muchas ocasiones no hizo reír a mandíbula batiente en edades tempraneras o en algún momento determinado de nuestras vidas, el paso del tiempo lo puede desenfocar, desvirtuar, achantar, para acabar convirtiéndolo en algo desfasado. Hoy en día conozco a alguno que reniega relativamente de aquél primer desternillante encuentro con THE PARTY, o EL GUATEQUE en España y LA FIESTA INOLVIDABLE en Latinoamérica, un título igual de ajustado y afortunado en ambos casos para describir lo contemplado en pantalla.
¿Y qué es ello? Pues un memorable y continuo desfile de “gags” a cual más resultón y brillante. De tipo visual, de puro “slapstick” la mayoría de ellos, pero también de corte verbal. Sus influencias son abundantes y notorias, van desde Charles Chaplin hasta Jacques Tati (ese coche-motocicleta diríase que es primo hermano), pasando por el mismísimo e indispensable Buster Keaton.
Algunos colegas llegaron a cuestionar su premisa argumental, algo que me parece francamente injusto, pues aunque se fueran improvisando sobre la marcha numerosas situaciones de lo más descacharrantes y ocurrentes, ofrece una puesta en escena de lo más medida y de gran precisión que no hace sino potenciar el estupendo material de partida.
Me parece, además, una demoledora radiografía, rayana en la caricatura o la sátira en numerosas ocasiones, pero sin que ello sea objetable, que no pierde en ningún momento el reluciente barniz de comedia sofisticada sobre el mundillo hollywoodense. O sobre algunos de los que lo conformaban, y seguro que lo conforman (ahora que hay cada vez más mercachifle y ejecutivo de gran compañía al que la parte artística le importa un pimiento). Un mundillo de mercantilistas y productores hipócritas, aparentes o más encubiertos; de estrellas petulantes, vanidosas y poco formadas o de quienes utilizan su estatus para conseguir acostarse con la chica de turno que quiere medrar en la jungla. También no es menos cierto que hay que ser muy templado para llevar con resignación las acometidas inconscientes y los monumentales descalabros originados por el actor hindú sobre el que gira la trama.
Desde luego, volviendo a la parte estrictamente cómica, que resulta de lo más disparatada y delirante, los momentos antológicos se agolpan. No quiero reventárselos en exceso a quienes acudan a ella por primera vez, pero ahí dejo cuatro a modo de ejemplo y sugerencia: el comienzo parodiando al género colonial (con GUNGA DIN a la cabeza), dos de ese camarero Levinson (memorable Steve Franken) sirviendo la mesa y cruzando la piscina con una señora cogorza y, por supuesto, todo el tramo final, con esa anfitriona (Kathe Green) perdida prácticamente la chaveta por el mayúsculo desastre causado y feliz de que la trasladen en una “camilla anfibio”.
Se inserta una historia de amor, leve, aparentemente banal pero encantadora, que sirve para resaltar las cualidades ingenuas, inocentes y bondadosas del tal Burundi. La adorable Claudine Longet supone una grata presencia, muy sesentera. Hasta se permite marcarse uno de los dos temas cantados, compuestos de nuevo por el inevitable y genial Henry Mancini, el arrullador NOTHING TO LOOSE, insertado en un momento de verdadero apuro… y no seré más explícito pensando otra vez en quien no la haya visto todavía.
La llamativa textura de colores, la banda sonora del citado Mancini, una ambientación plagada de rincones y ornamentos que dan enorme juego son otros elementos que contribuyen a un acabado irreprochable.
Y luego, claro, está un inmenso Peter Sellers, poniendo unos caretos, desplegando una mímica de los mejores de su oficio. Dueño y señor de principio a fin de cada uno de los planos en los que la cámara entendiblemente se recrea, muestra talento a raudales. Por ejemplo, en la secuencia en que lo sientan para la cena. Sencillamente inenarrable, imposible de contar.
El resto del reparto, la mayoría secundarios hoy en día desconocidos hasta para los más cinéfilos, salvo la bailarina Marge Champion o Gavin MacLeod, conforman un grupo de lo más heterogéneo y compacto a la vez. Todos creíbles y todos acompañando de manera necesaria a la guasa generalizada.
Rodada por el maestro Blake Edwards entre la frenética y la divertidísima sátira antibelicista ¿QUÉ HICISTE EN LA GUERRA, PAPI?, el magnífico policíaco GUNN y el incomprendido pero exuberante musical DARLING LILÍ, supuso una bocanada de aire fresco dentro del transicional panorama que atravesaba el género. Un trabajo atrevido e innovador, en el que director y protagonista iban constantemente improvisando sobre la marcha numerosos gags, mientras entre ellos mantenían una relación un tanto tensa ¡Otro de los milagros del Séptimo Arte!
Fue una de las primeras ocasiones en que se utilizaría un sistema de televisión con reproducciones instantáneas, adaptado a una cámara. Una técnica hoy en día incuestionable y que permitía a su creador ir comprobando lo filmado día a día.
Memorable… y ya no solo por su arrasadora comicidad, sino por esa manera de mostrar toda una época y por suponer un contagioso estallido de alegría. Una de mis tres comedias favoritas junto con UNA NOCHE EN LA ÓPERA y CON FALDAS Y A LO LOCO.
José Luis Vázquez