Director: James Ivory
Intérpretes: Maggie Smith, Helena Bonham Carter, Denholm Elliott, Julian Sands, Simon Callow, Daniel Day-Lewis, Patrick Godfrey, Judi Dench, Rupert Graves, Fabia Drake, Joan Henley, Amanda Walker, Maria Britneva, Rosemary Leach, Peter Cellier, Mia Fothergill
Sinopsis: Lucy Honey Church (Helena Bonham Carter), una joven inglesa de buena familia, se encuentra de viaje en Florencia, acompañada por su prima y dama de compañía Charlotte Bartlett (Maggie Smith). En la pensión donde se hospedan conocen al excéntrico señor Emerson (Denholm Elliott) y a su hijo George (Julian Sands), que, amablemente, les ceden sus habitaciones para que las damas disfruten de una ventana con vistas a la ciudad.
Al socaire del relativo éxito en 1984 del regreso y despedida del genial cineasta inglés David Lean con PASAJE A LA INDIA, los textos del también inglés, londinense para más señas, Edward Morgan Forster (E. M. Forster) volvieron a adquirir actualidad gracias no solo a este trabajo, sino a que el californiano James Ivory adaptaría casi seguidas para la gran tres obras del autor: MAURICE, REGRESO A HOWARD´S END, siendo la primera de ellas ésta de la que me hoy me ocupo en mi comentario, UNA HABITACIÓN CON VISTAS, o sea, A ROOM A WITH A VIEW.
Lo primero que cabe decir sobre la misma es que constituye un trabajo impecable, inserto en ese cine que algunos colegas han dado en llamar de “cuellos blancos”. Tal vez ésta y HOWARD´S END resulten el súmmum en este subgénero de aquélla ya lejana pero especial para tantos de nosotros década de los 80.
Es de una meticulosidad, de un esmero de un detallismo ambiental y psicológico verdaderamente ejemplar, primoroso. Con razón la Academia de Hollywood la premió con tres de las estatuillas a las que fue nominada en apartados muy alusivos a ello: dirección artística, vestuario y guión adaptado firmado por su inseparable Ruth Prawer Jhabvala.
Al igual que PASAJE A LA INDIA, este exquisito melodrama romántico de época, trata sobre un asunto fundamental. El despertar al mundo de una joven que acabar por asumir sus deseos más íntimos, tras engañar a la sociedad que le rodea y, lo que es aún peor, a sí misma. Como han señalado otros colegas antes que yo, precisamente las estatuas que jalonan esa preciosa plaza italiana por la que pasea, expresan de manera diáfana esa turbación que envuelve a Lucy, una espléndida Helena Bonham Carter, reflejo de una lucha interior y exterior. Una secuencia verdaderamente magnífica y simbólica.
Otra de las cuestiones que flotan en el ambiente, algo también característico de Ivory y de esa literatura inspiradora, es la confrontación entre culturas. En este caso la más estirada británica en oposición a la más cálida, extrovertida y apasionada italiana. Y no hay nada como la Toscana para ese contrapunto gélido.
Fue una producción rodada con poco presupuesto, algo que compensaría Ivory con una planificación que da sensación de “pieza de cámara” a la par que de una mayor opulencia. Sus secuencias de naturaleza resultan un escape a la opresión que experimenta la protagonista.
Protagoniza la ya destacada Bonham Carter, actual pareja y musa de Tim Burton, a la que acompaña un reparto de excepción: Maggie Smith, Denholm Elliott, Julian Sands, Simon Callow, Daniel Day Lewis, Patrick Godfrey, Judi Dench o Rupert Graves. Como para envolverte aún más en la ensoñación.
Además, escuchar en esta película, como en tantas otras ocasiones por otra parte, el O MIO BABBINO CARO, teniendo como fondo visual la florentina Plaza della Signoria (la Plaza de la Señoría, es otra de las cuestiones que me arrebatan y, en este caso me estremece de gusto.
Un excelente trabajo, una excelente película, evocadora en el sentido más elogioso del término y repleta de momentos preciosistas pero en absoluto inútiles, todo en aras a un equilibrio interior que trasluce en cada fotograma.
José Luis Vázquez