miercoles, 15 de mayo

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Las películas de mi vida

Compartir en Facebook Compartir en Twitter Imprimir crítica

Forajidos de leyenda ()

Director: Walter Hill

Intérpretes: Keith Carradine, David Carradine, Dennis Quaid, James Keach, Stacy Keach, James Carradine, Robert Carradine, Randy Quaid, Christopher Guest, Nicholas Guest

Sinopsis: La Guera Civil americana ha terminado, pero muchos en el Sur se resisten a admitir la derrota. Algunos de los héroes que cabalgaron junto a Lee se han convertido ahora en unos facinerosos. Entre ellos, y dominando las praderas de Missouri, se encuentran los hermanos James, ladrones de bancos y asaltadores de trenes que viven al margen de la ley.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Para el comienzo en esta ocasión de mi comentario, voy a tirar de un trocito –va entrecomillado- del expuesto por un colega tras su estreno. Lleva la firma del añorado crítico y poeta Manolo Marinero. Recurro porque me parece agudísimo, hondo y porque lo suscribo al cien por cien.  

“FORAJIDOS DE LEYENDA cuenta que no se puede disparar por detrás, que no se puede disparar a bulto, que no se puede disparar con ventaja, que no se pueden hacer alardes de peligroso con las armas de fuego, que no se puede disparar por calentura adolescente, que se debe a toda costa evitar disparar. El filme tiene y defiende el respeto por la dignidad humana…  

Esta película súper violenta es una lección. Ninguno de sus personajes positivos mata por las malas ni por las buenas, ni por estrategia ni por táctica, ni por gusto. Dispara por defenderse de su miseria y pobreza. Al fin y al cabo, los bandidos que aquí salen –los personajes auténticos- eran militares de verdad, militares auténticos, educados en un código de honor. No eran falsos internacionalistas ni verdaderos nacionalsocialistas, sino caballeros abanderados y, por necesidad, bandidos”.  

Tomo de nuevo las propias riendas. Fue uno de mis tres estrenos favoritos de 1980, junto a TORO SALVAJE y ASALTO A LA COMISARÍA DEL DISTRITO 13. Este memorable western trata de la readaptación, más bien la falta de ella, de muchos individuos tras la finalización de la Guerra de Secesión de los que acabarían conformando la mayor parte de los actuales Estados Unidos. De cómo a muchos no les quedó más remedio u optaron por el bandolerismo. Lo hace con un tono crepuscular  realista, un tono teñido de desencanto y melancolía.  

Vuelve a constituir un trabajo excepcional de un cineasta (y magnífico guionista) que a muchos nos hizo creer que podría haber sido el sucesor natural de John Ford. De Walter Hill. Un tipo que comenzó una de las carreras más fulgurantes que yo recuerde en esto del Séptimo Arte, para al cabo de doce años, comenzar una súbita caída en picado que lo alejaría considerablemente de tales consideraciones. Aún así, de esa primera etapa ha dejado un buen puñado de escuetas obras maestras: EL  LUCHADOR, DRIVE, THE WARRIORS (LOS AMOS DE LA NOCHE), LA PRUEBA, LÍMITE: 48 HORAS, CRUCE DE CAMINOS, DANKO: CALOR ROJO, JOHNNY EL GUAPO, CALLES DE FUEGO y ésta.  

THE LONG RIDERS, o algo así como JINETES DE FONDO, tal es su título original, es un verdadero y tardío regalo para los amantes del género, en torno a esos forajidos del sur de Missouri que hacían incursiones en el victorioso Norte, en Minnesota. Sobre legendarios asaltantes de trenes, como los hermanos Jesse y Frank James.  

Esta es una ejemplar, robusta y noble película de acción. Es un regalazo, por detalles por ejemplo, como esa reunión de hermanos auténticos en la vida real interpretando a los protagonistas: los Carradine (David, Keith y Robert), los Quaid (Dennis y Randy) y los Keach (Stacy y James). También aparecen los Guest (Christopher y Nicholas). Cuatro sagas nada más ni nada menos de hermanos auténticos en la vida real.

Su fidedigna y escrupulosa ambientación del lejano Oeste, su turbulenta atmósfera es uno de los tantos atributos que exhibe sin tontas pretensiones, desde la dignidad y la justeza hacia sus criaturas y su paisaje, desde la enorme capacidad para aunar espectáculo e intimismo.  

Definitivamente, cuánto lamento el ocaso experimentado por Hill, uno de los directores que más feliz me hizo durante mucho tiempo con cada nuevo trabajo que estrenaba durante –preferente y masivamente- la década de los 80, en un período de mi vida tan complicado como el de cualquiera pero fundamental, aquél en el que uno comienza a dejar atrás la adolescencia y se imbuye en la agitada juventud, aquél en el que vamos  cincelando ya un tanto nuestra personalidad. Su ética, su forma de hacer cine, contribuyeron decisivamente a que disfrutara más de la vida y creo que a ser mejor, como suele suceder con todo el que es verdaderamente grande.

Vibrante desde la serenidad, la pausa explosiva y un reconfortante, saludable clasicismo revisionista.

José Luis Vázquez