sábado, 26 de abril

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Las películas de mi vida

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Pasión de los fuertes ()

Director: John Ford

Intérpretes: Henry Fonda, Linda Darnell, Victor Mature, Walter Brennan, Tim Holt, Ward Bond, Cathy Downs, Alan Mowbray, John Ireland, Grant Withers, Jane Darwell

Sinopsis: A Wyatt Earp (Henry Fonda), antiguo sheriff de Dodge City, le ofrecen el puesto de comisario de la ciudad de Tombstone, pero lo rechaza porque le interesa más el negocio ganadero al que se dedica con sus hermanos. Sin embargo, cuando uno de ellos muere asesinado, acepta el puesto vacante y nombra ayudantes a sus hermanos. Contará también con la amistad y la colaboración de un jugador y pistolero llamado Doc Holliday (Victor Mature).

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

“A Ford le gustaba su forma de caminar. Le encantaba seguirle. Hubiera  sido capaz de mirarle recorrer una calle entera. Su forma de andar era única. En otras palabras, el estilo de Fonda armonizaba a la perfección con el estilo de Ford” (Winston Miller, guionista de PASIÓN DE LOS FUERTES, a propósito de Henry Fonda)  

“-Wyatt: Mac, ¿nunca has  estado enamorado? -Mac: No, he sido camarero toda la vida” (Diálogo de PASIÓN DE LOS FUERTES)  

Una vez me preguntaron unos chavales al finalizar una conferencia en la Universidad qué concepto tenía yo del cine. Les repliqué sin dudarlo “cine es ver caminar a Henry Fonda en PASIÓN DE LOS FUERTES”. Creo recordar que alguien lo había dicho antes yo, pero en cualquier caso lo hice inmediatamente mío, como entiendo que las palabras que escupimos una vez las hemos soltado de dentro de nosotros acaban perteneciendo a todos ustedes.  

MY DARLING CLEMENTINE, tal es su título original, en alusión a un tema  indispensable del folklore estadounidense, es uno de los cinco mejores westerns del más grande y uno de los diez indiscutibles de la historia del cine. Si vuelvo a hacer este listado dentro de un mes, variará ligeramente, pero es seguro que seguirán estando cuatro o cinco títulos de John Ford. Irá en función de lo último que haya vuelto a revisar en ese momento.  

Trata del célebre duelo del OK Corral que tantos títulos ha aportado al  género, algunos excelentes, y que van desde DUELO DE TITANES hasta WYATT EARP, pasando por WICHITA, LA  HORA DE LAS PISTOLAS o TOMBSTONE LA LEYENDA DE WYATT EARP. Un individuo éste, el sheriff Earp, al que llegaría a conocer personalmente Ford.  

El suceso real ocurrió en 1881 fue recogido por la novela en la que aquí se inspiraron los guionistas Winston Miller y Samuel G. Engel, WYATT EARP: FRONTIER MARSHALL de  Stuart N. Lake.  

Pero al cineasta no le importó en esta ocasión tanto el mítico duelo en sí mismo, aunque lo abordase con ejemplar limpieza narrativa, sino la descripción de un clima, de un estado anímico muy particulares. Hace pura poesía en movimiento. Ver por  tanto caminar al formidable Fonda, por ejemplo, acaba resultando una de sus innumerables marcas de fábrica.  

Logró un western de un especial dramatismo, tenso, absorbente, de medida violencia. Desplegando una belleza formal y unos planos impresionantes. Lápidas, tipos caminando, porches, salones del Oeste, desiertos áridos cobran un protagonismo único, muy especial. Y se nota más que nunca la vocación y formación shakesperiana que siempre llevaba incorporada en sus  faltriqueras. Al respecto, máxima atención a la declamación que hace de HAMLET un eximio Alan Mowbray en medio de una taberna del Oeste y de rudos cowboys. Sencillamente impagable.  

A esa cegadora  belleza, contribuyen además, unos magníficos exteriores en el noroeste del Monument Valley. Los interiores se filmarían en Hollywood, en los estudios de la Fox. El coste de los decorados de Tombstone ascendería a los 250.000 dólares. Al finalizar el rodaje serían regalados al pueblo navajo, para que dispusieran de ellos como considerasen conveniente.  

Un capítulo fundamental es la interpretación. Fonda está sublime, mostrando una serenidad acorde con el tono imprimido a la historia. Es un personaje hecho a su medida. La secuencia en la que protege de la lluvia el rostro de su hermano muerto resulta indescriptible. Sin palabras, con la única fuerza expresiva de la imagen y su mirada como bandera. Otras características suyas son la parsimoniosa y persuasiva seguridad, la adorable entonación que muestra de palabras cortas, como podrán disfrutar en su versión original.  

Los comparsas que figuran a su alrededor son de primera. Walter Brennan como el patriarca de los Clanton dota a su encarnación de una intensidad, energía y furia singulares. Y luego está el entrañable Victor Mature, el tuberculoso dentista Doc  Holliday, en la que posiblemente sea su mejor interpretación, junto a la de Sansón para precisamente SANSÓN Y DALILA de Cecil B. De Mille. Un actor de limitada capacidad expresiva aquí hasta parece otra cosa.  

Las chicas son estupendas las dos, antagónicas, la dulce y delicada Cathy Downs y la rugiente Chihuhua, Linda Darnell.

Impecable trabajo fotográfico de Joe MacDonald dotando a la cubierta de estampas de carácter legendario, casi espectrales. Su blanco y negro resulta  violento y premonitorio.  

Por supuesto, como es habitual en el cine del Oeste del maestro, hay una  secuencia de baile. Preciosa, protagonizada con exquisitez y sutileza por Downs y Fonda, en el momento de su mayor acercamiento.  

Impresionante, lírica, inolvidable obra maestra. Un clásico inmarchitable.  

José Luis Vázquez