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Estreno en Royal City

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El hombre de acero ()

Director: Zack Snyder

Intérpretes: Henry Cavill, Amy Adams, Russell Crowe, Michael Shannon, Kevin Costner, Laurence Fishburne, Diane Lane, Ayelet Zurer, Christopher Meloni, Antje Traue, Jadin Gould, Tahmoh Penikett, Michael Kelly, Dylan Sprayberry

Sinopsis: Clark Kent (Henry Cavill) es un joven periodista que posee poderes sobrehumanos. Cuando era un niño, fue enviado a la Tierra desde Krypton, un lejano planeta muy avanzado tecnológicamente, Educado en los valores de sus padres adoptivos, Martha (Diane Lane) y Jonathan Kent (Kevin Costner), llega a la conclusión de que esos poderes le exigen grandes responsabilidades: no duda entonces en transformarse en Supermán, el Hombre de Acero, para proteger no sólo a los que quiere, sino también para representar una esperanza para el mundo.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

No es un hombre, no es un pájaro, no es Superman… es Man of Steel, El hombre de acero, la particular e intransferible visión del maestro, más de lo visual que de lo narrativo, Zack Snyder. El muñidor de obras maestras  como AMANECER DE LOS MUERTOS, 300 o WATCHMEN. Con esta última e infravalorada obra, comparte algunos puntos esta reinterpretación del héroe de la S y de la capa roja, como esa atrevida estructura compuesta por “flashbacks” que nos acercan a sus más íntimas reflexiones y desazones, o esa sugestiva fragmentación y alteración temporal del relato.  

Sin duda, es un Superman de estos tiempos, digno hijo de su guionista, Christopher Nolan, responsable de la fascinante trilogía sobre EL CABALLERO OSCURO. Es atormentado, nada ingenuo y con algún sombreado que otro.  

De obvias resonancias bíblicas, pues en el momento de su despegue, en el sentido más literal y en el más redentor, tiene la edad de Jesucristo, 33 años… y al igual que aquél, no deja de asumir su destino, el impuesto por su padre pese a su concepción anti sistema, el de salvador de la Humanidad.  A este respecto y puestos a hacer cine religioso, le da cien vueltas a otros títulos recientes, alguno en cartelera, que van en su fondo más íntimo también de eso. Kar-El viene pues a renovar el sentido más atávico de un mesías que vuelve a traer esperanza y justicia a los terrícolas.  

Resulta igualmente patente que este es un Superman dramático, pues está avocado a la cruel disyuntiva de tener que elegir entre dos pueblos, razas, comunidades o como quieran  denominarlo. En eso, también este de Snyder se aparta de los cánones tradicionales. Es un Superman vocacional, pero dotado de una trascendencia y gravedad que lo apartan de cualquier otro referente.  

Si lo comparamos con el otro bueno que se ha hecho, el de Donner de 1978, diré que este es más pomposo mientras aquél era más deliciosamente tebeístico, pero ello no es motivo por el que tengan que  estorbarse el uno con el otro. Recuerdo igualmente con agrado una secuela, la primera llevada a cabo por el irónico Richard Lester, fabricada con mucho sentido del humor y del ritmo. Del resto de entregas y supermanes, correré un tupido velo.  

Y si hay que entrar, cosa que no me gusta en exceso, al juego de las comparativas algo más personales, diré que añoro un tanto a Christopher Reeve aunque Henry Cavill confiere a su personaje de una saludable épica y desasosiego interior, y que me quedo con la maravillosa y pelirroja Amy Adams en vez de con la simpática Margot Kidder. Cosas de gustos y preferencias, nada más, pues ambas actrices solventan con acierto sus caracterizaciones.  

Respecto al comienzo de la película, al origen del personaje creado por Jerry Siegel y Harold Shuster, agradezco mucho que me den tanta información sobre su planeta Krypton. Me encanta toda esa parte. Su diseño visual, a medio camino entre JUEGO DE TRONOS, DUNE, la Edad Media y un cierto toque mitológico, pero sin descuidar en modo alguno un tono realista. Expuesto, sobre todo, a través de clásicas armaduras o de capas propias de los mejores relatos homéricos o caballerescos.  

Esto conecta con otro aspecto a tener en cuenta, la verosimilitud que muestra en todo momento, aún en sus pasajes más desaforados. Sobre todo se puede percibir en cómo es consciente de sus poderes, en sus fulminantes vuelos o en cómo se adapta a la atmósfera terrestre.  

Por último, en lo que respecta a esas singularidades que presenta respecto a todo lo anteriormente creado, agradezco ese inicio de la segunda parte, esa aportación de invasión extraterrestre al asunto, que no había visto así expuesta en ninguna otra entrega, al menos de esta manera tan rotunda.    

Y luego, está claro, otro de sus distintivos es la reinterpretación que hace Nolan. No es el típico héroe, más bien lo es casi a su pesar.  

Todo ello adornado con una envoltura exquisita, una de las especialidades de Snyder. Una textura visual metalizada y realista, de indudable calidad, algo igualmente aplicable a su vestuario, de una sobriedad inaudita. Nada de esquijamas ni de detallitos llamativos.  

El apartado interpretativo es otro de sus puntos fuertes, sobre todo en lo referido a disfrutar de la presencia de veteranos actores hollywoodienses en cometidos diversos: un aplomado como siempre Russell Crowe como padre natural, un dignamente maduro Kevin Costner o una siempre atractiva aunque la envejezcan Diane Lane, estos dos como padres adoptivos.  

Pero no todo es perfecto. Llegando a su último tramo patina ligeramente por empacho de efectos visuales que nada nuevo aportan y, sí en cambio, generan cierta fatiga. Se alargan en exceso algunas peleas, algo que le resta ese punto de redondez final al conjunto. Es un tic del cine de este tiempo en general y de este subgénero de super héroes en particular, el dejarse arrastrar por demasiado estruendo y furia tecnológica.  

No es finalmente la obra maestra que esperaba, pero tengo que admitir que me gusta mucho.  

José Luis Vázquez