domingo, 18 de mayo

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Estreno en Royal City

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1944 ()

Director: Elmo Nüganen

Intérpretes: Märt Pius, Mait Malmsten, Ain Mäeots, Magnús Mariuson, Kristjan Sarv, Maiken Schmidt, Rain Simmul, Ivo Uukkivi, Henrik Kalmet, Marko Leht, Kristjan Üksküla, Tõnu Oja

Sinopsis: En 1944, la II Guerra Mundial asola casi todo el territorio europeo. En esos años, el conflicto llega hasta las Colinas Azules, en la Península de Sorve, en territorio estonio. Es en este momento cuando los soldados de este país deben tomar una difícil decisión: unirse al Ejército Rojo o luchar al lado de las Waffen SS nazis. Unos de un bando, y otros de otro, libran una lucha fratricida cuyas repercusiones y consecuencias no sólo afectan a los combatientes, sino también a sus seres queridos.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Constituye una muy grata sorpresa la del drama antibelicist de Elmo Nüganen, nominada, entendiblemente, al Oscar a la mejor producción de habla no inglesa.

La pequeña república báltica de Estonia lleva un par de años ofreciendo al menos una reconfortante aportación cinematográfica por temporada. Las dos dentro de un mismo terreno, el de la contienda bélica. El año pasado fue la estupenda MANDARINAS en salir a escena, ambientada en pleno conflicto abjasio (el entablado entre la también ex república soviética Georgia y los independentistas de una de sus regiones). La segunda ésta, una visión desoladora y desencantada del grave dilema que sufrieran sus habitantes, civiles la mayoría, durante la Segunda Guerra Mundial, al verse bien sometidos por los nazis o por los comunistas.

Ambas cuentan con un denominador común, un nombre propio, el del profesional autóctono Elmo Nüganen, uno de los coprotagonistas de la primera, director en esta que aquí me ocupa. Constituye su segundo trabajo tras las cámaras, tras su debut hace ya catorce años con NOMBRES DE MÁRMOL (NIMED MARMORTAHVLIL), un drama también bélico, o histórico si prefieren, centrado en la Guerra de Liberación (1918-1920) de su país, lo que traería al mismo su primer período de independencia respecto a Rusia. Como podrán comprobar, presenta unos cuantos puntos de contacto con 1944.

Para entender los tiempos actuales, una porción claro, y los referidos a la Europa del Este, no está nada mal, aparte de ser un ejercicio muy entretenido, echarle un vistazo a esta película, o a su antecesoras, las anteriormente citada NOMBRES EN MÁRMOL y MANDARINAS, o las extraordinarias EL PIANISTA de Roman Polanski y KATYN de Andrzej Wajda.

La opresión totalitaria proveniente de izquierda o derecha, lo mismo da que me da lo mismo, pero sobre todo de la primera en lo referido al otro hemisferio de nuestro continente, fue moneda corriente en el pasado siglo y trajo innumerables lodos, todavía no solidificados ni cerrados varios de ellos (véase lo sucedido recientemente en Ucrania o Georgia).

Pero el espíritu principal que anima, o así lo veo yo, a esta notable producción es el de hacer un canto contra las guerras y las situaciones atroces, también disparatadas, que generan. Y casi siempre estériles. La propia película no lo oculta, muestra una clara vocación antibelicista apelando al espíritu de Erich Maria Remarque, autor de las espléndidas novelas, magistralmente llevadas a la gran pantalla, SIN NOVEDAD EN EL FRENTE y TIEMPO DE AMAR, TIEMPO DE MORIR (mi favorita de siempre dentro de estos registros).

Advierto en alguno de sus pasajes, como en la huida a pie de lo civiles mientras sufren bombardeos aéreos, ciertas connotaciones con una coetánea suya, estrenada hace menos de dos mese, la francesa de casi idéntico título y también reveladoras intenciones, MAYO DE 1940. Pero esta que aquí comento la supera en garra, fuerza e intensidad narrativa; la otra me acabó resultando un poco plomo, aunque resulte correcta y se deje ver.

El estilo descarnado, realista, muy efectico con el que aborda Nüganen las notables secuencias bélicas, le confiere un tono de considerable autenticidad. Tampoco exageraré sus cualidades, pues entonces las aportaciones de maestros del género como Fuller, Wellman, Walsh, Peckinpah, el mismo Spielberg, tendrían que alcanzar calificaciones estratosféricas.

Supone un muy buen documento de eminente vocación humanista, como atestigua su brillante final. Y esa pirueta que tiene preparado su guión a mitad de metraje, que incide en contrastar diferentes puntos de vista para llegar a una misma verdad, merece aplauso.

José Luis Vázquez