jueves, 5 de junio
jueves, 5 de junio
Director: Thea Sharrock
Intérpretes: Emilia Clarke, Sam Claflin, Matthew Lewis, Charles Dance, Vanessa Kirby, Jenna Coleman, Janet McTeer, Brendan Coyle, Ben Lloyd-Hughes, Hannah Flynn, Amber Elizabeth, Stephen Peacocke, Alexander Cooper, Richard Gouldin, Tony Paul West
Sinopsis: La joven veinteañera Louisa "Lou" Clark (Emilia Clarke) vive en un pequeño pueblo en mitad de la campiña inglesa. Sin un rumbo claro en su vida, inestable y creativa, Lou va de un trabajo a otro para ayudar a su familia a llegar a fin de mes. Sin embargo, su habitual actitud alegre se pone a prueba cuando afronta un nuevo reto profesional. Acepta un trabajo en el "castillo" local y se convierte en cuidadora y compañera de Will Traynor (Sam Claflin), un joven banquero adinerado que se quedó en silla de ruedas tras un accidente hace dos años.
"Sólo tenemos una vida y tenemos la obligación de vivirla al máximo" (Sam Claflin)
Soy consciente que en los pequeños círculos en los que soy conocido, o por parte de algunos cinéfilos ciudadrealeños, arrastro fama de ser condescendiente y blandengue en cuanto a mis calificaciones, sobre todo si son referidas a producciones “made in USA”. Nada puedo hacer al respecto, la verdad es que es algo que no me preocupa lo más mínimo, pues como mi primer mandamiento ante lo que reseño es el de la más absoluta sinceridad, nada debo rectificar o puntualizar. Me limito a dejar constancia una vez más e informar que en este aspecto no pienso enmendarme.
Toda esta parrafada viene a cuento de mi enésima “justificación” por el entusiasmo provocado, sentido, por un estreno que me da en la nariz que puede ser desdeñado por bastantes.
Pero a mí me arrebata esta película romanticona, calienta corazones, que me relaja, me tonifica, me seda, me genera mucha felicidad.
Sin duda alguna, está en las antípodas del cine profundo de Dreyer, este otro es más bien “epidérmico”, motivo por el cual puede que algunos se rasguen las vestiduras al otorgarle idéntica puntuación que a las sublimes ORDET (LA PALABRA) o DIES IRAE. Creo que esta es la gracia del Séptimo Arte ¿Por qué ser incompatibles ambos estilos, ambos registros? ¿Por qué hay siempre que elegir? ¿Por qué reprimir idénticas sensaciones placenteras aunque resulten de tratamiento opuesto? ¿Por qué la gravedad debe imponerse a la ligereza bien entendida?
La propuesta argumental es de lo más sobada y recurrente. Vitalista jovencita que debe hacerse cargo de alguien de su edad con enfermedad, o discapacidad, como es el caso. O al revés ¿Recuerdan ELEGIR UN AMOR con Julia Roberts o NOVIEMBRE DULCE, por poner los dos primeros ejemplos que se me ocurren? Pues eso.
¿Cuál es la razón entonces de mi entusiasmo? Son muchas y variadas, pero las resumiría en dos. Pese al trágico asunto de fondo, me parece una película luminosa, llena de energía, de pasión. Y, sobre todo, tiene un nombre propio femenino, la inglesa Emilia Clarke, la ya inolvidable Daeneris Targaryen de la imponente JUEGO DE TRONOS, la misma que ha llegado a interpretar en los escenarios de Broadway el mismo papel que encarnara mi novia Audrey en la mítica DESAYUNO CON DIAMANTES. Ahí es nada.
Clarke sostiene por sí sola la función. Está radiante, arrasadora. Monísima de la muerte y jovialmente excéntrica a la vez. Su colorido y centelleante vestuario, poblado de motivos decorativos como corazones o frutas, constituye un foco más de atención. La chica irradia luz, alegría, ganas de vivir. Una delicia, vamos.
Además, da tanto gusto solazarse con actores veteranos tan estupendos como el matrimonio formado por Charles Dance y Janet McTeer (los padres de él), o el de Brendan Coyle y Jenna Coleman (los padres de ella). Más otros secundarios y el co protagonista, un francamente apuesto Sam Claflin
Súmenle una banda sonora de lo más molona, unos paisajes rurales y de castillos de verdadero ensueño, y tendrán, aproximadamente, parte de la receta de –para mí sin alguna- su éxito. Son muchas las que quedan en el camino con idénticos patrones, no se vayan a creer.
Ha sido tildada de pastelosa. Miren, para qué vamos a discutir, menuda pérdida de tiempo. Sencillamente, me ha encantado. Para qué darle más vueltas al asunto ante algo que tengo tan claro, pues asistí embelesado a su contemplación y salí de la proyección verdaderamente encandilado.
El final aparte de resultarme emotivo, no es nada convencional. Y punto pelota.
PD: Se une a una serie de excelentes producciones norteamericanas, de tonos diversos, contempladas en los veranos de los últimos tres o cuatro años y tratantes en torno a las consecuencias de esa víscera que nos vuelve feliz o mortificantemente trastornadillos: UN INVIERNO EN LA PLAYA, UNA CUESTIÓN DE TIEMPO, BAJO LA MISMA ESTRELLA, BEGIN AGAIN, EL SECRETO DE ADALINE (ésta en un nivel inferior) o CIUDADES DE PAPEL.
José Luis Vázquez
