Director: Lars Kraume
Intérpretes: Burghart Klaußner, Ronald Zehrfeld, Dani Levy, Sebastian Blomberg, Laura Tonke, Robert Atzorn, Michael Schenk, Matthias Weidenhöfer, Götz Schubert, Jörg Schüttauf, Cornelia Gröschel, Lilith Stangenberg
Sinopsis: En 1957, doce años después de la II Guerra Mundial (1939-1945) y del fin del Tercer Reich, el Fiscal General Fritz Bauer se comprome a detener a los criminales nazis. El hecho decisivo es la localización del Adolf Eichmann, miembro clave de las SS.
Tenía ganas de ver EL CASO FRITZ BAUER (DER STAAT GEGEN FRITZ BAUER), no ya tanto porque hubiera cosechado el siempre respetable premio del público del Festival de Locarno, sino porque el asunto del fiscal –alemán- que estuvo detrás de las pesquisas y la captura –en Argentina- del criminal de guerra Adolf Eichmann, me interesaba mucho. No solo no me defrauda, sino que me parece un meticuloso trabajo de reconstrucción –ambiental en su sequedad, ético/moral- de considerable valor.
Como la reciente LA CONSPIRACIÓN DEL SILENCIO –no confundir con la obra maestra de John Sturges fechada en 1955-, vuelve a hacer gala de un tipo de hacer cine a la manera germánica, muy preciso, muy milimétrico, tanto a la hora de ofrecer datos como referido a su puesta en escena, algo que en tantas ocasiones resulta un lastre pero que en esta ocasión se convierte en virtud. Recuerden también para tener una visión más amplia y ajustada, la igualmente reciente PHOENIX o la obra en general de Christian Petzold, el director de ésta y uno de los cineastas más prestigiosos en la actualidad originario de allí.
Si uno es capaz de meterse en todo ese entramado de intriga, espionaje, cine negro al fin y al cabo, propuesto por Lars Kraumer, y pese a cierta rigidez narrativa típica/tópica propia de aquellas latitudes, se puede encontrar con un envolvente “thriller” que se hace eco del tremendo colapso de una sociedad, incapaz todavía de enfrentarse al espejo de aquella monstruosidad que supuso el nazismo. Si a eso se le añaden ramificaciones personales –ser judío, homosexual- de quienes tienen que poner al descubierto las vergüenzas no asumidas y de la presencia todavía activa de numerosos miembros del vencido partido, aún vigente en la sombra, tendrán un buen retrato de la situación histórica del momento.
Los dos protagonistas, Burghart Klaubner y Ronald Zehrfeld, están magníficos, tirando de una admirable sobriedad interpretativa, alejada de cualquier tipo de exhibicionismo o alharacas, contribuyendo poderosamente a hacer mucho más convincente esta fundamental investigación en tiempos de aparente, tan solo aparente, calma. Y es que siempre hay que estar atento con los poderes fácticos del estado, de su sesgada utilización, mucho más cuando hay motivos más que sobrados para ello.
José Luis Vázquez