Director: Peter Sollett
Intérpretes: Julianne Moore, Ellen Page, Michael Shannon, Steve Carell, Luke Grimes, Mary Birdsong, Gabriel Luna, Skipp Sudduth, Suzanne Savoy, Jeannine Kaspar, Michael Metta, Crawford M. Collins, Stink Fisher, Ramon Aleman, Robbie Tann
Sinopsis: Basada en la historia real de Laurel Hester (Julianne Moore) y Stacie Andrée (Ellen Page) y su lucha por la justicia. A Laurel, una condecorada policía de Nueva Jersey, le diagnostican un cáncer terminal y quiere dejar su pensión ganada durante años a su pareja de hecho, Stacie. Sin embargo, los funcionarios del condado, que no ven con buenos ojos la pareja homosexual, conspiran para evitarlo.
Estamos ante otro ejemplo de cine de buenas intenciones, que no provoca la combustión esperada, algo aún más de lamentar dada la interesante historia esgrimida, pues el resultado final acaba siendo aséptico, correcto sin más, carente de chispa.
Lo que pasa es que como los hechos reales que narra (una policía neoyorquina, tras serle diagnosticado un cáncer terminal, está decidida a dejar su pensión a su pareja de hecho del mismo sexo pese a las trabas por parte de los responsable del condado de Ocean encargados de autorizarlo) poseían la suficiente fuerza y dramatismo como para no quedarse tan solo en este exponente un tanto chato.
Algunos seguramente se referirán a FREEHELD como uno de esos telefilmes de sobremesa de fin de semana, definición de la que no se encontrarían muy alejados, pues la puesta en escena de Peter Sollett no arriesga prácticamente nada, va a lo seguro, sin mayores complicaciones, de manera muy estática.
Por momentos, hasta resulta insulsa, no despliega la enjundia, el calado requerido. La escritura de guión resulta tosca, sin excesivos matices, demasiado lineal.
Es el trabajo menos relevante visto de su director, Peter Sollett, hasta la fecha, o el que al menos, menos huella me ha dejado, pues tanto con NICK Y NORAH, UNA NOCHE DE AMOR y la recia propuesta “indie” CAMINO A CASA consiguió convencerme bastante.
Sin embargo, dos excelentes actrices como Julianne Moore y Ellen Page, más Michael Shannon, pueden ser capaces de reflotar por sí solas todo el tibio andamiaje sentimental construido.
En cambio, un pasado de rosca interpretativa Steve Carell (no dudo que el personaje en el que se ha inspirado sea así, pero eso no es excusa) está de lo más ridículo y excesivo como activista de lo más ruidoso y payaso.
Palidece en comparación con antecesoras en reivindicar derechos de gays o lesbianas como PHILADELPHIA, MONSTER o MI NOMBRE ES HARVEY MILK. Esta es una aportación discreta, higiénica a tan digna causa.
Esperaba mucho más aunque lo expuesto no me disguste y lo contemple sin enojo.
José Luis Vázquez