Director: Niels Arden Oplev
Intérpretes: Colin Farrell, Noomi Rapace, Dominic Cooper, Terrence Howard, Armand Assante, Isabelle Huppert, Raymond Mamrak, Raw Leiba, Jennifer Butler
Sinopsis: Victor (Colin Farrell) es la mano derecha de Alphonse, un mafioso neoyorquino que vive bajo la amenaza de un asesino que está matando a todos los miembros de su banda. Victor conoce a Beatrice (Noomi Rapace), una misteriosa francesa que vive en su mismo edificio y por la que empieza a sentirse atraído. Pronto descubre que la mujer ha sido víctima de un crimen y busca venganza. Pero ella también descubre que Víctor pretende vengar la muerte de su mujer y de su hija. Estos dos seres heridos y obsesionados llevarán a cabo juntos un oscuro y violento plan de venganza.
El irlandés Colin Farrell es un actor que me suele caer bien, pero que desde hace tiempo, casi desde siempre, lleva colgado el invisible e injusto cartel de “veneno para la taquilla”, salvo alguna honrosa excepción (MINORITY REPORT y con comillas). Película en la que está metido, película que no alza el vuelo comercial. TIGERLAND, EL IMAGINARIO DOCTOR PARNASSUS o EL SUEÑO DE CASSANDRA serían dos ejemplos al azar entre otros varios. Le ha ocurrido prácticamente siempre a otro colega por el que siento debilidad, el estadounidense Nick Nolte.
El caso es que continúa el mal fario y el debut en el cine norteamericano de uno de los directores de la saga MILLENNIUM, el danés Niels Arden Oplev, no ha contado con el beneplácito ni por parte de público ni de crítica. Demasiados lugares comunes tal vez, demasiada previsibilidad argumental pese a algún giro que no está mal, demasiados estereotipos, demasiada culminación paroxística en la línea de lo de siempre. No sé exactamente la razón, o tal vez, un cúmulo de todas éstas.
Pero DEAD MAN DOWN (LA VENGANZA DEL HOMBRE MUERTO) no es para desdeñar del todo. Citaré alguno de los aspectos que puedo destacar, o salvar, por ser más eufemístico. La producción, la dirección muestran cierta solvencia en la mejor, o en el tono medio, tradición del cine americano policiaco y de acción.
Arden Oplev parece haberse adaptado sin mayores problemas a la industria, y muestra cierto pulso en la planificación. No está mal, tiene corte y confección el atormentado personaje encarnado por Noomi Rapace, inolvidable Lisbeth Salander en la trilogía original de MILLENNIUM. Y Farrell siempre es un tipo, pese a lo anteriormente expuesto, lo suficientemente expeditivo y analgésico para llevar a cabo su cometido. Esos dos corazones rotos a los que dotan de corporeidad, desprenden cierto interés, aunque esas cicatrices físicas y emocionales que arrastran podrían haber tenido entidad. Lástima que esa mano extendida en la azotea, posible augurio de algo más prometedor, no haya podido derivar en algo verdaderamente atractivo y consistente.
Me hace gracia la veterana Isabelle Huppert haciendo de madre discreta y elegante pero dura de oído.
Definitivamente le falta empaque, auténtica mordiente para habernos podido obsequiar con una obra destacable dentro de un género trillado hasta la saciedad. El clímax, además, suena a recurso mil veces manido de película de Stallone, Norris, Seagal o cualquier otro cachas formulario. En cambio, el pasaje de las ratas abalanzándose sobre su presa desprende genuina sordidez.
Siento que no haya apurado algo más esas mínimas posibilidades de guión, no haber incidido ni construido más intensamente esa relación entre los protagonistas, porque el resto, la pintura de los sicarios por ejemplo y sus estallidos de violencia es rutinario déjà vu.
José Luis Vázquez