Director: Ryan Coogler
Intérpretes: Michael B. Jordan, Sylvester Stallone, Tessa Thompson, Phylicia Rashad, Will Blagrove, Juan-Pablo Veza, Andre Ward, Tony Bellew, Philip Greene, Manny Ayala, Cory Kastle, Vincent Cucuzza, Christopher Weite
Sinopsis: Adonis Johnson no llegó a conocer a su padre, el campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, que falleció antes de que él naciera. Sin embargo, nadie puede negar que lleva el boxeo en la sangre, por lo que pone rumbo a Filadelfia, el lugar en el que se celebró el legendario combate entre su padre y Rocky Balboa. Una vez allí, Adonis busca a Rocky y le pide que sea su entrenador. A pesar de que este insiste en que ya ha dejado ese mundo para siempre, Rocky ve en Adonis la fuerza y determinación que tenía su enconado rival, y que terminó por convertirse en su mejor amigo. Finalmente, acepta entrenarle a pesar de estar librando su propio combate contra un rival más letal que cualquiera a los que se enfrentó en el cuadrilátero.
“El tiempo le ganó. El tiempo acaba con todos, es implacable”
Le tenía unas ganas que responde a las expectativas pero que no se ven del todo refrendadas. En algunos de sus momentos álgidos, sobre todo lo referido a los dos combates en el cuadrilátero, CREED: LA LEYENDA DE ROCKY resulta una vigorosa puesta al día de los esquemas y la leyenda de Rocky Balboa y Apollo Creed. Mi mayor reparo a ello es que su estructura narrativa resulta a estas alturas demasiado sobada y manida. Lo cual no es óbice para que reconozca la fuerza tras la cámara de su director, Ryan Coogler, en el que supone su segundo trabajo hasta la fecha, tras su poderoso debut hace dos años y medio con el poderoso drama independiente, basado en hechos reales, FRUITVALE STATION, con idéntico actor protagonista, el emergente y enérgico Michael B. Jordan.
Pero para energías las que todavía gasta el veterano –a punto de cumplir 70 años- Sylvester Stallone, al que en el momento de escribir esta crónica, todavía no se sabe si obtiene el preciado Oscar, pero que desde ya mismo se postula como firme candidato. Esto de la estatuilla dorada a veces no es tan difícil de entender, basta una buena, o como es el caso una icónica interpretación, para premiar una trayectoria de méritos, o bien, como también en el caso, de esfuerzos y de taquilla. No puedo ni quiero evitar sentir simpatía por un tipo como este, al que si bien buena parte de su filmografía me ha causado cierta urticaria, no es menos cierto que alguno de sus papeles –el de la original ROCKY, el Rambo de ACORRALADO, el líder sindicalista de FIST: SÍMBOLO DE FUERZA, el poli con peluca femenina final de HALCONES DE LA NOCHE, el portero palomitero de EVASIÓN O VICTORIA- formen parte de mi educación cinematográfico-sentimental. Es la séptima vez que viste y calza la encarnadura del púgil italo-americano. En cualquier caso esa imagen crepuscular y melancólica ya nos la había ofrecido en la por él dirigida ROCKY BALBOA.
Además, qué rábanos, ha sido un tipo que se lo ha currado bien currado desde su más tierna infancia. En fin, que aunque ni su actuación sorprenda ni sea el más allá, sería un bonito reconocimiento a alguien que ha contribuido a lucrar saludablemente a la industria de su país, pues su vida personal o la de cualquiera me importa más bien un pimiento, a condición que no se hayan metido en las del prójimo.
Volviendo a la película, no solamente baso mi reflexión en los paralelismos con sus antecesoras, sino los imponentes títulos que jalonan el subgénero boxístico, que van desde NADIE PUEDE VENCERME hasta EL ÍDOLO DE BARRO, desde TORO SALVAJE hasta MILION DOLLAR BABY, pasando por KID GALAHAD, CAMPEÓN, MARCADO POR EL ODIO, FAT CITY (CIUDAD DORADA), EL LUCHADOR, RÉQUIEM POR UN CAMPEÓN, HURACÁN CARTER, CUERPO Y ALMA, MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA, THE BOXER, CINDERELLA MAN, el propio ROCKY, ALI, el espléndido documental CUANDO ÉRAMOS REYES, el imprescindible GENTLEMAN JIM, el reciente THE FIGHTER u otros muchos delicatessen. Sin olvidar las estupendas comedias en torno al tema, EL BOXEADOR de Buster Keaton y EL ASOMBRO DE BROOKLYN con el entrañable Danny Kaye.
Lo importante es que quien tuvo retuvo y pese a reiterados y un poco apolillados recursos argumentales, esta constituye una buena demostración de cómo a veces tirando de convicción y nervio se pueden remontar una serie de lastres de partida y de desarrollo.
Se deja ver con cierta facilidad y sin sorpresa alguna aunque muestra personalidad.
José Luis Vázquez