Director: Denis Villeneuve
Intérpretes: Emily Blunt, Benicio Del Toro, Josh Brolin, Victor Garber, Jon Bernthal, Daniel Kaluuya, Maximiliano Hernández, Dylan Kenin, Frank Powers, Bernardo P. Saracino, Edgar Arreola, Marty Lindsey, Julio Cedillo
Sinopsis: En la zona fronteriza que se extiende entre Estados Unidos y México, una joven e idealista agente del FBI es reclutada por una fuerza de élite del Gobierno para luchar contra el narcotráfico. Bajo el mando de un asesor enigmático y de turbio pasado, el equipo emprende una misión clandestina que lleva a la mujer a cuestionarse sus convicciones con tal de sobrevivir.
Tenía muchas ganas de ver SICARIO (SICARIO), una película anhelada desde hace unos cuantos meses, cuando se presentó con muy buena aceptación en el Festival de Cannes. Ha respondido con creces a las expectativas. Me siento noqueado desde su potentísimo comienzo. Y si el otro día me refería a la espectacular de SPECTRE, esta puede que no sea tan virguera en lo que a tirar de plano secuencia se refiere, pero es inclusive más impactante, pues está mucho más pegada a la realidad que la felizmente tebeística última entrega Bond.
No me da tregua ni un solo minuto, me genera una tensión difícil de sacudírmela de encima. Es tremenda, contundente, explosiva. Además, esta historia fronteriza de narcotraficantes y policías parece novedosa, diferente. Me la han contado antes cien veces, pero nunca con el magnetismo, la fiereza amenazadora, la fuerza expresiva con que lo hace el extraordinario Denis Villeneuve, responsable igualmente de dos trabajos a idéntica altura artística, INCENDIES y PRISIONEROS. Sin perder su estilo tan asfixiantemente volcánico, ha logrado en los últimos tiempos insertarse plenamente y con enorme brillantez en la industria hollywoodiense. Sabe congelar como pocos el tempo de la violencia.
El desierto de Nuevo México vuelve a resultar un elemento dramático de primer orden, inhóspito, tan abrasador como el sol que lo sacude. Pocas veces el género policíaco me ha causado tanta sensación de horror, no ya por esa frágil línea divisoria de quienes son realmente los buenos o los malos, sino por la utilización de cualquier tipo de método violento con tal de conseguir el objetivo, por el pavor que me infunde alguno de los sujetos que pueblan esta verdadera sacudida. Como ese Benicio del Toro que me hiela la sangre en su imperturbabilidad sanguinaria y vengativa.
La formidable fotografía de Roger Deakins se impregna del ambiente e incrusta su objetivo en la nítida aridez de personajes y situaciones escalofriantes.
Qué peliculón me he echado al cuerpo.
José Luis Vázquez