Director: Julio Medem
Intérpretes: Penélope Cruz, Luis Tosar, Asier Etxeandia, Teo Planell, Silvia Abascal, Mónica Sagrera, Àlex Brendemühl, Ciro Miró, Jon Kortajarena
Sinopsis: Magda es una maestra en paro que tras ser diagnosticada de cáncer de mama reacciona sacando toda la vida que lleva dentro, desde lo imaginable a lo inimaginable. Su lucha valiente y optimista hará posible que ella y su entorno más íntimo vivan insospechadas escenas de humor y delicada felicidad.
Prácticamente nada me resulta creíble en la última película del otrora, en sus comienzos sobre todo, merecidamente entronizado (VACAS, TIERRA) Julio Medem y ahora justamente cuestionado. Ni me creo la afectación mostrada en los primeros compases de la trama por parte de Luis Tosar (su personaje está metido a escalpelo), algo más contenido según avanza la historia; ni esa acumulación de desgracias y de excesos dramáticos; ni la budista tranquilidad con la que su protagonistas reacciona ante las adversidades (paro, marido, detección cancerígena… tan solo cuando la ratifican el diagnóstico de su grave enfermedad le invade el extremo contrario, pasando al polo opuesto, el griterío); ni el sentido del humor conferido por el guión a algunos diálogos de Penélope Cruz, en algún momento pareciera que inspirados por su mentor Almodóvar, introduciendo un humor falso y prestado, supongo que para atenuar tanta tragedia.
A propósito de la actriz madrileña, he de admitir que tengo un problema con ella, más bien con su voz. Sin duda valoro su fotogenia ante la cámara, algo que permite que su luminosa sonrisa solvente más de una situación apurada, pero nunca me he llevado bien con su dicción. Tan solo en un par o tres de ocasiones, LA NIÑA DE SUS OJOS o VOLVER, considero que ha sabido superar tal lastre.
Pero en esta ocasión no quiero cargar tanto las tintas sobre ella, pues es responsable también de los poquitos momentos dignos de algún crédito –cómo aguanta plano ante esa inevitable calvicie- que encierra esta artificial, acaramelada y forzada historia.
Y subrayo lo de forzado porque ese es uno de los principales males que aqueja a MA MA. Tanto a la hora de contarnos esas iniciales calamidades que aquejan a Magda, o la inmediata desgracia que devasta a Arturo, o esos arranques en pleno quirófano del ginecólogo cantarín, o ese episodio fútil con la Selección Española de fútbol de fondo, o los inanes momentos oníricos alusivos a la niña rusa, incluyendo ese pos operatorio de idéntico corte, o esa manera que tiene de mostrarnos un coito mediante un corazón latiendo, o… tantos otros pasajes más.
Medem alarga en exceso, tediosamente, las escenas. Se recrea en una poesía pueril, en un lirismo hueco, innecesariamente esteticista u ostentoso en su austeridad. El artificio invade muchos de sus planos. También la retórica o la reiteración asoman la nariz. Retórica de imágenes y reiteración en esa insistencia de agotadoras sonrisas “flower power”. Hace falta tirar de mucha consistencia profesional, mejor dicho de mucho sentido del equilibrio narrativo, algo que aquí huelga por su ausencia, para atreverse a convertir el drama en algo luminoso sin acabar chamuscándose. Algunos llaman a esto estilo propio o mundo personal, mi concepto de ambas cuestiones difiere considerablemente.
Al menos no me provoca la irritación y el malestar de los dos anteriores trabajos de su “autor”, la insufrible CAÓTICA ANA y HABITACIÓN EN ROMA, también resalto que la habitual excentricidad de sus personajes está tamizada por un barniz de realidad que no le acaba de sentar mal del todo pero, definitivamente, su sentido de lo poético acaba traspasando el umbral de la cursilería… y miren que suelo tener tragaderas para estas cuestiones.
José Luis Vázquez