sábado, 26 de abril

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Estreno en Royal City

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La novia cadáver ()

Director: Tim Burton y Mike Johnson

Intérpretes: Animación

Sinopsis: Un hombre pone en el dedo de una mujer muerta, como broma, un anillo de compromiso. Pero lo que no sabe el pobre mortal es que la muerta reclamará sus derechos como "prometida".

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Adoro, venero el cine de Tim Burton. Salvo un par de títulos fallidos –su debut con la pesada y excéntrica LA GRAN AVENTURA DE PEE WEE y el innecesario y tostón "remake" EL PLANETA DE LOS SIMIOS-, su obra me ha proporcionado abundantes momentos de felicidad.

Si tuviera que decidirme por un solo título de su filmografía, bueno la verdad es que serían seis o siete –EDUARDO MANOSTIJERAS, ED WOOD, BIG FISH, SLEEPY HOLLOW, aunque firmado por Selick PESADILLA ANTES DE NAVIDAD, CHARLIE Y LA FÁBRICA DE CHOCOLATE-, en este momento y tras haberlo revisado recientemente, me inclinaría por LA NOVIA CADÁVER. Si me lo planteo dentro de un año igual es otro. Pero ahora éste es mi favorito.

Me apasiona el arrebatador, el exacerbado, el furibundo romanticismo que gasta. O esa poética atmósfera gótica, marca inequívoca de su autor. O sus inteligentes y nada fatuas reflexiones acerca de lo grisáceas de nuestras existencias y la apuesta por la imaginación más desbordante o por lo diferente. Determinadas, como es el caso, por una resolución visual aparentemente sencilla pero de lo más compleja y contundente. Como por ejemplo, mostrar el mundo de los vivos a través de tonalidades oscuras, cenicientas…  y el de los muertos mediante una borrachera permanente de color, de ingentes estallidos cromáticos. Desde luego, la juerga, alegría y vitalidad permanente en el submundo de los muertos me genera envidia.

Y es que LA NOVIA CADÁVER es una permanente lucha de la luz, provenga de donde provenga, venciendo a las tinieblas… a las que afectan al alma fundamentalmente.

Basada en un cuento popular ruso-judío, ambientado para la ocasión en un pueblo ficticio de la época victoriana, sus influencias podrían provenir hasta del mismísimo ESTUDIANTE DE SALAMANCA de José de Espronceda, aquél de la ineludible CANCIÓN PIRATA de varias generaciones.

Burton mediante un brillante diseño de personajes recogidos exultantemente por su cámara/paleta centrifuga la historia para su propia causa y nos regala, o me regala para no tener que hablar en nombre de nadie más, una fascinante historia de tintes tristes y melancólicos, de amores imposibles, pero trocados estos definitivamente en puros y verdaderos. Al respecto, el momento en el que Emily, la novia cadáver se desvanece en miles de mariposas, resulta de inenarrable belleza y emotividad.

Todo ello potenciado, una vez más, por una mágica, envolvente, portentosa banda sonora del habitual colaborador del director, Danny Elfman. Dos temas destacan por encima de los demás, aunque ninguno tiene desperdicio la verdad, LÁGRIMAS QUE DERRAMAR y el SOLO PARA PIANO DE VÍCTOR, una partitura de enorme sensibilidad compuesta mediante un tempo lento y cuyo comienzo viene determinado por un do sostenido menor. La secuencia que la alberga constituye también uno de sus momentos cumbre.

Supuso un proyecto arduo y laborioso, algo bastante habitual cuando se utiliza la técnica del stop-motion, ya saben, la del fotograma a fotograma. Diez fueron los años empleados en su concepción definitiva… algo que doy por más que bien empleado en vista de los resultados. Mike Johnson acompañó en la dirección al mago de Burbank para crear esta maravilla.

Y Johnny Depp, Helena Bonham Carter o Emily Watson fueron algunos de los actores encargados de poner las voces a los protagonistas en la versión original.

No se dejen despistar por sus evidentes formas o contornos lúgubres, pues acaba suponiendo finalmente un decidido canto a la celebración de la vida y del amor por encima de oscurantismos, hipocresías y represivas morales, o por todo aquello que lastre mezquinamente esa permanente proclama del Carpe diem entendido en su sentido más libre e imaginativo.

 

José Luis Vázquez