viernes, 2 de mayo

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Estreno en Royal City

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Esplendor en la hierba ()

Director: Elia Kazan

Intérpretes: Natalie Wood, Warren Beatty, Pat Hingle, Audrey Christie, Barbara Loden, Zohra Lampert, Sandy Dennis, Phyllis Dillier, Gary Lockwood

Sinopsis: En una localidad rural de Kansas, dos jóvenes que pertenecen a ambientes sociales muy distintos se aman y deciden no separarse jamás; pero la desaprobación de sus familias y ciertos intereses ajenos a sus sentimientos acabarán decidiendo su suerte.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Deanie (Natalie Wood): “¿Eres feliz?

Bud (Warren Beatty): “Pues supongo, no me lo pregunto demasiado”

 

La considero una de las películas de amor/desamor/resignación más apasionantes de la historia del cine. De esas que si se descubren cuando se es adolescente te pueden dejar profundamente marcado, amén de contribuir poderosamente a que se ame más al Séptimo Arte. Fue mi caso, claro.

Un retrato bellísimo y terrible, doloroso, sobre ser joven y estar enamorado, sobre sueños, idealismos y estados de felicidad truncados por condicionamientos de todo tipo, sobre los estragos causados por el devastador paso del tiempo y por tanto la acumulación de conflictos, sobre represiones sexuales y prejuicios sociales, sobre sociedades hipotecadas por conceptos económicos equivocados o actitudes ilusorias, equivocadas que afectan irreversiblemente a tus congéneres, a los tuyos.

Pero no importa, como escribiera Wordsworth, y tal como recita –y tiene que interpretar el contenido- su protagonista, Dennie en uno de los varios momentos emotivos y una de sus secuencias cumbre: “Aunque ya nada pueda hacer volver el esplendor en la hierba, la gloria en las flores, no debemos afligirnos, pues siempre la belleza subsiste en el recuerdo”. Quedémonos con eso, con la dorada fugacidad de los momentos vividos.

Es fácil que la amargura se adueñe de cualquiera ante la contemplación de sus imágenes y ante la más honda de las desolaciones según se aproxima el final, o quizás, se permitan un breve resquicio, un hálito de esperanza por pasados momentos vividos, cuando se enfrenten a su escena, a su plano final. Es ahí cuando cobran más sentidos los versos del poeta anteriormente mencionados.

Unos resplandecientes, exultantes, Warren Beatty (en su debut en la gran pantalla), y una ya veterana (había sido una notable actriz infantil, DE ILUSIÓN TAMBIÉN SE VIVE por ejemplo) Natalie Wood  de tan solo 21 primaveras ((el mismo año que también encabeza el reparto de la arrasadora y fundamental WEST SIDE STORY), confieren tremenda convicción y ardor juvenil a sus descompuestas y descarnadas criaturas, tanto como cualquiera de nosotros, y acumulando casi por igual parciales alegrías y abundantes desilusiones.

Y luego está esa exquisita, precisa, lírica, arrebatadora, tremendamente sólida puesta en escena por parte del genial Elia Kazan, un director fundamental en el desarrollo del cine en general, del estadounidense en particular. Utiliza su cámara como el más incisivo de los bisturís, desnudando conciencias, desenmascarando hipocresías, desentrañando subterráneos y conceptos erráticos acerca del (falso) sueño americano y de la propia condición humana.

No quisiera quedarme en sus conclusiones más evidentes, tal vez/o precisamente porque nuestras existencias no siempre derivan de la manera aquí expuesta… o sí. Retendré siempre en el recuerdo esas primeras manifestaciones de amor y vida, de luminosidad, entusiasmo y energía juvenil. Los irredentos peterpanes es lo que tenemos.

Tampoco quiero finalizar sin destacar otros aspectos fundamentales, como el primoroso y maduro –eso que a veces cuesta encontrar en cierto Hollywood actual- de William Inge, recompensado merecidamente con un Oscar. Un texto profundo en su más noble sentido, en el que las líneas sociales, denunciadoras, dramáticas, sentimentales o intimistas se vn conjugando de manera ejemplar.

La música de David Anram pone las adecuadas notas para reflejar todo tipo de estados emocionales, anímicos. Los contrapuntea con elegante discreción.

Al contrario de lo que es su sustrato argumental, no pasa el tiempo por ella. Imprescindible. De esas que siempre figurarán en cualquier listado de 50 para llevarme a una isla desierta… o con tenerlas en el salón de casa, también puede perfectamente valer. De hecho, con los años, experiencias y arrugas acumuladas, tal vez constituya este uno de los mejores refugios posibles contra la intemperie o, sencillamente, resultar un lugar de lo más placentero para ver solo o en compañía elegida monumentos artísticos como este.

José Luis Vázquez