jueves, 12 de junio

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Estreno en Royal City

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Tiburón ()

Director: Steven Spielberg

Intérpretes: Roy Scheider, Robert Shaw, Richard Dreyfuss, Lorraine Gary, Murray Hamilton, Carl Gottlieb, Jeffrey C. Kramer

Sinopsis: En las aguas de un pequeño pueblo costero del Este de Estados Unidos, un enorme tiburón ataca a varias personas. Por temor a las repercusiones que este incidente podría tener sobre el negocio turístico, el alcalde se niega a cerrar las playas y a difundir la noticia. Pero un nuevo ataque del tiburón, en la propia playa, termina con la vida de un bañista. El terror se apodera entonces de todos; así que un veterano cazador de tiburones, un científico y el jefe de la policía local se unen para capturar al escualo.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Fue el segundo trabajo oficial, tercero en realidad si contamos la tv-movie estrenada en la gran pantalla EL DIABLO SOBRE RUEDAS (su debut pues), tras LOCA EVASIÓN del que pasaría a ser uno de los monarcas indiscutibles del Séptimo Arte en las cinco últimas décadas, toda una reencarnación del rey Midas en formato dólar llamado Steven Spielberg.

Fue un éxito descomunal veraniego, tal vez el primero de estas características. Por eso muchos, con toda razón, lo consideran el primer “blockbuster” de la historia.

Fue una patente demostración de que Spielberg no solo podía ser émulo del inmenso Hitchcok de LOS PÁJAROS, sino que podía rayar a idéntica altura. Eso proviniendo de un mozalbete de 28 años con toda su deslumbrante carrera por desarrollar, supuso toda una sacudida.

Fue todo un latigazo artístico que junto a las primerizas –en alguno no tanto- obras de otros coetáneos marcarían las señas de identidad del cine de posteriores décadas. Me estoy refiriendo a otros títulos y directores como Martin Scorsese y TAXI DRIVER, Francis Ford Coppola y EL PADRINO, George Lucas y AMERICAN GRAFFITI y LA GUERRA DE LAS GALAXIAS, Terrence Malick y MALAS TIERRAS, Paul Schrader y BLUE COLLAR, John Milius y EL VIENTO Y EL LEÓN o tantos ejemplos más.

Fue una modélica descripción de una comunidad costera norteamericana –la ficticia Amity-, de las pasiones e intereses de sus vecinos.

Fue todo un hito del cine de los 70, recompensado tanto en taquilla como con premios. Obtuvo 3 Oscar de la Academia: Montaje, Música y Sonido. También estuvo nominada a la mejor película.

Fue una reunión de magníficos actores no precisamente estrellas, aunque alguno acabaría alcanzando el estatuto de semi –caso de Richard Dreyfuss-, que ofrecen todo un recital. Como muestra, la interpretación de Roy Scheider (procedía de otro reciente taquillazo como FRENCH CONNECTION) como el sheriff local o ese monólogo en alta mar de un inmenso Robert Shaw en un papel inicialmente destinado a Robert Mitchum.

Fue la constatación desde sus inicios de una modélica y precisa puesta en escena por parte de su director, de su máximo hacedor. Y el inicio de una serie de líneas temáticas habituales en su cine posterior: las relaciones paterno-filiales, el hombre corriente en lucha contra elementos extraordinarios bien extraterrestres o muy reales como el aquí litigado, un nuevo capítulo de la guerra entre el ser humano y la bestia.

Fue (y será siempre) uno de los monumentos, de los ejemplos culminantes del cine de terror. Modélica en su exposición y en su dosificación de los momentos de horror, convenientemente espectacular cuando tiene que serlo, como ese momento de pánico y desbandada en la playa… y todo ello sin descuidar en ningún momento la consistencia de sus personajes.

Fue la más que palpable demostración de cómo unos mínimos compases musicales podían crear el más estremecedor de los horrores. Debidos ni más ni menos al que sería su alter ego de los acordes, John Williams.

Fue, es y será una obra maestra del cine que aguanta perfectamente cuantas revisiones se quieran acometer.

Cumple 44 años de su estreno, cuarenta y tres en España pues llegaría al año siguiente, cuarenta y uno de su rodaje en la apacible localidad de Martha´s Vinyard en Massachussetts y continúa incólume su irresistible atractivo, su capacidad de sorprender, su admirable narrativa y esa impagable cualidad de dejar pegado al sillón y absorto a cualquiera ante el pantallón, sea este de mayor o menor tamaño.

Es TIBURÓN (MANDÍBULAS podría ser su traducción), obra fundamental, capital del cine de los 70, del cine en general. Cuántos recuerdos nos trae muchos. Sin ir más lejos en mi caso, fue de esos títulos que contribuiría en mi primer año manchego de residencia a nutrirme de proteínas para que el Séptimo Arte continuara abduciéndome hasta el día de hoy.

 

 

José Luis Vázquez