Director: Paul Feig
Intérpretes: Melissa McCarthy, Jason Statham, Rose Byrne, Jude Law, Morena Baccarin, Bobby Cannavale, Allison Janney, Nia Long, 50 Cent, Peter Serafinowicz, Will Yun Lee, Zach Woods, Alicia Vela-Bailey, Jessica Chaffin, Miranda Hart, Carlos Ponce
Sinopsis: Susan Cooper (Melissa McCarthy) es una modesta y sedentaria analista de la CIA y la heroína olvidada de las misiones más peligrosas de la agencia. Pero cuando su compañero (Jude Law) desaparece de la faz de la Tierra y otro agente (Jason Statham) se ve envuelto en problemas, Susan se presenta voluntaria como agente secreto para emprender una misión encubierta en la que se tendrá que infiltrar en el mundo de un sanguinario traficante de armas para evitar un desastre mundial.
No participo del fervor de otros colegas por las comedias del estadounidense Paul Feig (CUERPOS ESPECIALES), ni por las interpretaciones de Melissa McCarthy, a excepción de la divertida y ocasionalmente ocurrente LA BODA DE MI MEJOR AMIGA.
Pese a la parafernalia publicitaria y los comentarios elogiosos con los que venía precedida, ESPÍAS no se gana tampoco mi adhesión, más bien lo contrario, ratifica el rechazo anteriormente sugerido.
Esta vez el motivo de chanza y parodia es el género de agentes secretos, en la línea “jamesbondiana” y sucedáneos. Por no remontarme muy al pasado, este mismo 2015 se estrenó una producción anglo-estadounidense con parecida premisa temática pero infinitamente más lograda. Me refiero a KINGSMAN… del brillante Matthew Vaughan. Lo que en esta es en muchos aspectos fina ironía y saludable diversión, resulta puro astracán en la de Feig.
Barullo, barullo y barullo vuelve a ser la enseña de este –es un decir- nuevo trabajo. Barullo desplegado en un argumento tontamente enmarañado… por mucho que trate de destacar el papel de la mujer y de los no agraciados en este tipo de cuestiones masculinizadas. Barullo desplegado en sus secuencias de acción torpemente montadas. Finalmente, barullo y zafiedad desplegados en diálogos e interpretaciones, por mucho que Jason Statham le dé insípidamente la vuelta al calcetín a sus habituales héroes cachas.
Vuelve a padecer de males endémicos recurrentes en una considerable porción de la comedia norteamericana de última hornada. Como el de una vulgaridad machacona, falta de imaginación y una ausencia de elegancia –estética, coloquial, formal- añorada.
Encima, no le acabo de coger el punto gracioso a la tal McCarthy, probablemente no tanto por incapacidad suya sino del guionista, el propio Feig que hace de lo –en todos los sentidos- grueso una proclama. No dudo debe albergar registros ocultos, pero el único conocido hasta la fecha cae en trazos muy burdos.
Definitivamente, me he vuelto un finoli de cuidado y debe ser que ya me estoy haciendo mayor. No puedo evitar evocar otros tiempos en que ya no solo el refinamiento (a veces me han gustado las comedias muy burras, desde PORKY´S hasta DESMADRE A LA AMERICANA, pasando por ALGO PASA CON MARY y varios ejemplos más) era una máxima, sino sobre todo, una desbordante creatividad, elaboración verdaderamente ingeniosa de “gags” y riqueza neuronal, lucidez.
Da igual que en esta ocasión la cosa se adorne de presencias en principio tan estimulantes como las de Jude Law o Rose Byrne, pues acaban siendo engullidos por el tsunami que supone el fallido conjunto final.
Por supuesto, me parece bien que tenga la pretensión de lanzar dardos a esa reverencia obsesiva al cuerpo… que gobierna películas y sociedad, a condición claro, que a cambio de que el cargamento artístico utilizado hubiera sido munición de calibre y no fuego de postas.
Ni como ejemplo de “action woman” logra mi bendición. Tiempo perdido me pareció su contemplación, pues absolutamente nada alberga que pueda destacar. Pero lo que les digo en otras ocasiones y supongo hacen muchos, no se fíen de mi criterio, parece que en taquilla responde y el espectador que acude a la sala se lo pasa bien, al menos en su país de origen.
José Luis Vázquez