martes, 6 de mayo

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Estreno en Royal City

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Más allá del amor ()

Director: Delmer Daves

Intérpretes: Troy Donahue, Angie Dickinson, Rossano Brazzi, Suzanne Pleshette, Constance Ford, Al Hirt

Sinopsis: Prudence Bell (Suzanne Pleshette) trabaja como bibliotecaria en una universidad femenina. Harta del puritanismo social dominante, decide dejar su empleo y viajar a Italia para averiguar si los italianos son tan románticos como dice la leyenda. Al llegar a Roma, encuentra trabajo en una librería y conoce a Roberto Orlandi (Rosanno Brazzi), un italiano culto y refinado que se enamora profundamente de ella. Sin embargo, cuando conoce a Don Porter (Troy Donahue), un joven estudiante de arquitectura que trata de olvidar al amor de su vida, su vida dará un vuelco absoluto.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Cuarto de los siete melodramas que el formidable –y nunca suficientemente ponderado, ya su opera prima resultaba espectacular y presagiadora de un talento descomunal, el clásico bélico DESTINO TOKIO- que el director californiano Delmer Daves rueda entre 1959 y 1965, poniendo fin y magnífico broche –digan lo que digan- a su carrera. Tras los igualmente espléndidos y esplendorosos EN UNA ISLA TRANQUILA AL SUR, PARRISH y SUSAN SLADE traslada a sus huestes y equipo habitual a la Ciudad Eterna, para volver a reincidir en amores plenos o pasiones alejadas de cualquier rastro de pacatería, sin que ello no suponga reivindicar galantería a la vieja usanza, propia de la época por otra parte.

Los escenarios naturales no podían ser mejores. Con su cámara recorre plazas, fuentes y monumentos romanos, haciendo legítimo y bellísimo ejemplo de cine turístico y sentimental, ese que ocho años antes había realizado también, impecablemente por cierto, el Jean Negulesco de CREEMOS EN EL AMOR, antecedente a tener en cuenta de este  MÁS ALLÁ DEL AMOR (AVENTURA EN ROMA en el original).

Obtuvo una considerable popularidad y eco comercial, no así reconocimiento crítico, algo a lo que el cineasta tuvo que acostumbrarse con este tipo de producciones… y algo con lo que disiento casi al cien por cien con una buena parte de mis colegas.

Su utilización de las panorámicas, de elegantes movimientos de grúa, de un cinemascope que aprovecha todas las esquinas del encuadre, de una música siempre excelente compuesta por el incombustible Max Steiner, unos actores repletos de juventud o un colorido de lo más refulgentes son algunas de las marcas de identidad de la serie en general y de esta película en particular.

A su reconocimiento entre el público contribuyó en esta ocasión un célebre tema musical del momento que se puede escuchar durante su metraje. Se trata del precioso, cálido, envolvente y romanticón AL DI LA de Emilio Pericoli.

Pero es que, además, Daves que volvería a aglutinar tareas de producción, dirección y guion, ofrece un texto con miga y aprovechamiento, de lo más atrevidillo para la fecha de su realización. Se centra en un personaje con enormes ansias de liberación sexual y mental, una maestra/bibliotecaria, Prudence Bell, que abandona un confortable trabajo en un ambiente puritano por una estancia idealizada en la capital italiana.

Suzanne Pleshette, la maestra de LOS PÁJAROS, dota de enorme encanto, elegancia, belleza y talento a esa mujer. Durante el rodaje con el rompecorazones y guaperas Troy Donhaue, inició un idilio que acabaría en boda, para acabar divorciándose dos años después. Idéntica pareja repetiría protagonismo, esta vez bajo las órdenes del maestro Raoul Walsh, en la despedida de éste a caballo y en plenitud de facultades que supuso UNA TROMPETA LEJANA.

Aparte de Donahue, la secundan otro dos actores, hombre y mujer, o sea el galán italiano Rossano Brazzi (también presente en la citada obra de Negulesco) y la rompedora estadounidense Angie Dickinson (RÍO BRAVO), que otorgan sensualidad y prestancia a lo que supone un canto al amor sin “restricciones” y vivido sin prejuicios, sin arpías o prédicas que lo condicionen. Tal vez hoy en día estos aspectos resulten demodés o desfasados, pero pienso sinceramente que al estar expuestos con tanto estilazo resultan tan vigentes como en su momento, aunque las sociedades occidentales hayan avanzado unas cuantas millas en lo que a tolerancia y –en el mejor sentido del término- permisividad se refiere.

Es una película que siempre que la reviso, y van unas cuantas veces, la disfruto enormemente, me extasío en su contemplación y me provoca felicidad. Ya digo que es un tipo de celuloide desdeñado, bien por un público que ya no es el de antes o por unos colegas que en fin… es su opinión, tan respetable como la mía o la de cualquiera de ustedes.

Está basada en la novela LOVERS MUST LEAM de Irving Fineman que participa de esa premisa y anhelo tan querido/deseado por muchos norteamericanos de encontrar el amor o cierto hedonismo en la decadente y vieja Europa. Eso sí, pasada por el tamiz del rotundo, delicado, entusiasta y sensible punto de vista de vista de la cámara de Daves.

De lo más oportuna para verla en verano. Dan ganas de coger un vuelo y plantarse en los lugares en los que transcurre su acción. Y esperar como Pleshette que el amor haga su aparición, para unos en forma de rubio trigueño, para otros nos daríamos por más que satisfechos con toparnos aunque fuera fugazmente y de bruces con alguien tan especial como siempre me pareció esta actriz de voz enronquecida y sensual.

 

José Luis Vázquez