Director: Henry Koster
Intérpretes: James Stewart, Maureen O'hara, Fabian, Lauri Peters, Lili Gentle, John Saxon, John Mcgiver, Marie Wilson, Reginald Gardiner
Sinopsis: Un padre de familia de clase media (James Stewart) tiene que sufrir un sinfín de incomodidades y resolver problemas sin cuento cuando se marcha de vacaciones a la playa con su numerosísima familia.
Recuerdo con especial felicidad y agradecimiento un pase de esta película en Televisión Española cuando quien esto escribe tenía 11 años. Cierto que remontarse a recuerdos tan lejanos pueden suponer un varapalo al volver al cabo del tiempo a su visionado. O no, pues en general el tiempo no ha hecho sino ratificarme en un alto porcentaje esos primeros placeres en celuloide de la niñez. Y es que remontarse a los mismos, es remontarse en mi caso a un mayoritario cine clásico norteamericano de cualquier época que considero continúa plenamente vigente.
Esta, UN OPTIMISTA DE VACACIONES, es una divertidísima comedia para todos los públicos de tono a la vez sentimental sin caer en la sobredosis azucarada, más bien todo lo contrario, resulta de lo más apropiada para visionar y “alertar” en épocas pre estivales.
Ambientada en la fecha de su producción, a comienzos de los 60, creo que las vicisitudes que muestra resultan plenamente vigentes, salvando obvios apuntes de moda y coyunturales. Pero la esencia es idéntica a lo que pueda pasar hoy. Las tribulaciones de un padre de familia de clase media que debe hacer frente a todo tipo de incomodidades cuando disfruta –es un decir en varios momentos- con los suyos de las tan anheladas vacaciones en la playa.
Constituye la demostración por enésima vez del descomunal talento de James Stewart, apto para cualquier tipo de registros, en esta ocasión primordialmente humorísticos. Este no solo sabía estar de lo más creíble y convincente con los más grandes –Ford, Hitchcock, Mann- sino que cuando le tocaba lidiar con directores de menor envergadura aunque con considerable oficio y maneras, como el Henry Koster que aquí le cupo en suerte, el mismo que filmara la primera película en cinemascope de la historia –LA TÚNICA SAGRADA-, mostraba idénticas aptitudes y entrega.
El Festival de Berlín le premió en su momento con un más que merecido Oso de Plata al mejor intérprete masculino… y ya tiene mérito en un certamen de esta solemnidad, calado y pompa el reconocimiento por un papel de estas características, pues suele dar prioridad a lo estirado y lo –aplastantemente- dramático.
Y pese a que pueda parecer un papel menos relevante o de menor enjundia, vuelvo a insistir en la dificultad que supone tratar de hacer reír al espectador, cuestión que siempre me ha parecido mucho más complicada que la de provocar lágrimas. Y a fe que aquí lo consigue con creces. Ayudado por uno de esos repartos que hacen añorar tiempos pasados.
La temperamental, fordiana y fogosa Maureen O´Hara (EL HOMBRE TRANQUILO) es la encargada de lidiar como esposa y mater del clan. Menos rugiente que otras veces pero con el carácter y personalidad habituales en sus trabajos más descollantes es un contrapeso ideal para el maduro actor.
Entre la amplia caterva de hijos, cuñados y etcéteras, se encuentran el cantante de moda en la época Fabian, un ya viril John Saxon o unas relativamente adorables Lauri Peters, Natalie Trundy y Lili Gentle. No tienen desperdicio los roles de una más que sugerente Marie Wilson como esposa "reprimida" o la divertida empleada doméstica Brenda encarnada por Minerva Urecal.
Insisto, si mi memoria no me falla, recuerdo abundantes gags ingeniosos y de lo más divertidos. Las cañerías de la casa de la playa, Tolstoi, una excursión senderista o ese primer baile de una de las hijas, pueden ser perfectas excusas para dar rienda suelta a la diversión.
Un tono refrescante, agudamente crítico sin resultar corrosivo, agradable como la brisa marina, travieso, ágil en su resolución, bañan la película de principio a fin. Entra con la suavidad, el burbujeo y la ligereza de la mejor espuma. No va de nada y ofrece mucho, entretenimiento y diversión a granel. Creo que está bien reflejado lo torturante que puede resultar esa aparentemente liberadora desconexión de la rutina.
Entiendo que la sensación final, pese a que se impone la loa familiar pudiera resultar indistintamente de lo más agobiante o reivindicativa, pues al fin y al cabo, no deja de retratar la vida misma, con todos los pros y contras que pueda presentar cualquier situación.
Bien podría ser esta adaptación de una novela de Edward Streeter (autor también del texto de la encantadoramente original EL PADRE DE LA NOVIA de Minnelli) el equivalente en cinemascope, color y modernidad de nuestra entrañable GRAN FAMILIA, reducida –por aquello de las latitudes y el tipo de sociedad- notablemente de miembros menudos.
Partitura del genial Henry Mancini.
Deliciosa.
José Luis Vázquez