Director: Andrea Segre
Intérpretes: Tao Zhao, Rade Serbedzija, Marco Paolini, Roberto Citran, Giuseppe Battiston
Sinopsis: Shun Li, una inmigrante china que trabaja en una fábrica textil de las afueras de Roma, intenta legalizar su situación para poder llevar a Italia a su hijo de ocho años. Inesperadamente, la mandan a Chioggia, una población situada en una isla de la laguna veneciana, a trabajar como camarera en un bar. Allí conoce a Bepi, un pescador eslavo apodado 'El Poeta'. La relación que se establece entre ellos es una especie de huida poética de la soledad, un diálogo silencioso entre dos culturas distintas, pero no muy distantes. Lo malo es que ni los chinos ni los lugareños ven bien su relación y tratan de obstaculizarla.
Es la propuesta para este 30 de abril, dentro de LOS MARTES DE V.O. EN LAS VÍAS en Ciudad Real. A las 21:00 h. A un precio de lo más apetecible, 5,50 euros con 2 incluidos de consumición. Y como su epígrafe indica, en versión original subtitulada.
Ni aunque pudiera parecerlo, calificaría a LA PEQUEÑA VENECIA como una historia de amor, no al menos entendido éste convencionalmente. Es más bien la de una aproximación entre dos almas desarraigadas, solitarias, alejadas de sus más preciados afectos o anhelantes de aquello que nunca pudieron disfrutar o nunca tuvieron. La surgida entre un septuagenario eslavo procedente de la extinta Yugoslavia y una explotada inmigrante china
Es cine minimalista, de orfebre, tallado por tanto con mucho afecto y mimo, destilador, éste sí, en amor por lo fabricado. Sin elevar mucho la voz, en un tono calmado, apacible, lírico sin afectación, delicado, como la propia personalidad que muestra la inmigrante china protagonista.
Su preciosismo no es barroco ni recargado, es muy sencillo, fácilmente entendible por todos. Tanto como la poesía que brota de sus atractivas imágenes. Por ejemplo, esa mirada y despedida a través del reflejo de la ventana. Como ese mar en calma chicha encerrado en esa laguna que salpica a sus frágiles y desubicadas criaturas.
Es cine intimista, cálido, que te va inundando sin que te percates, como esas aguas que desbordan calles y cafeterías, y que casi sin darte cuenta también, se va instalando en el corazón. O como ese viento que acerca sentimientos y seres lejanos. Que
Sensible y notable opera prima de ficción del cineasta y documentalista italiano, veneciano precisamente, Andrea Segre, que se sirve del contenido e irreprochable trabajo de su atípica pareja, Tao Zhao (HISTORIAS DE SHANGHAI) y Rade Serbedzija (uno de los actores más afamados de la desaparecida Yugoslavia), para mostrarnos buenos sentimientos en condiciones adversas.
Segre navega a caballo entre un tono metafórico, que muestra la realidad multicultural que vive Europa, y realista, dando buena cuenta de su esmerada formación documentalista. Se nota esa formación en lo perfectamente que contextualiza su historia. Extrae la dimensión humana de esa realidad y expone sin discursos el encuentro entre culturas diferentes que permanentemente estamos viviendo en el Viejo Continente. Dureza y belleza se entremezclan.
Actores y director nos regalan un poema sereno del que no están exentas cuestiones tan patentes y desagradables como las mafias chinas. O la tristeza y los sentimientos fugaces.
SHUN LI Y EL POETA, este es igualmente su subtítulo resulta una experiencia hipnótica.
José Luis Vázquez