lunes, 12 de mayo

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Estreno en Royal City

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Nightcrawler ()

Director: Dan Gilroy

Intérpretes: ake Gyllenhaal, Bill Paxton, Rene Russo, Riz Ahmed, Kevin Rahm, Ann Cusack, Eric Lange, Anne McDaniels, Kathleen York, Michael Hyatt

Sinopsis: Tras ser testigo de un accidente, Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), un apasionado joven que no consigue encontrar trabajo, descubre el mundo del periodismo criminalista en la peligrosa ciudad de Los Ángeles.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Puedo afirmar con cierta rotundidad que con NIGHTCRAWLER me he dado de bruces con uno de los estrenos más perturbadores y perversos vistos en mucho tiempo. Recuperando cierto “look” del thriller setentero “made in USA” e inclusive de un par de décadas antes, indistintamente sobrevuelan en el ambiente, obras maestras como TAXI DRIVER de Scorsese, EL GRAN CARNAVAL de Wilder, EL OJO PÚBLICO de Franklin o NETWORK de Lumet.

Se palpan similitudes con el igualmente sociópata o nada empático Robert De Niro de la primera, con el retrato feroz de un populacho ansioso de morbo sin contemplaciones de la segunda, con la obsesión “profesional” de Joe Pesci de la tercera y con la falta de escrúpulos por parte de los medios de comunicación televisivos de la cuarta. Hay varias más influencias nada parasitarias de cada una de ellas, pero se trata de simplificar y no de abrumarles en exceso.  

Estamos ante una impecable muestra de cine negro muy negruzco, de sátira envenenada sobre una alimaña de la noche, un cámara de televisión especializado en los asuntos más desagradables y sangrientos, a la par que de una sociedad, de unos medios de comunicación, ávidos de carnaza a cualquier precio. Un espeluznante thriller periodístico y criminal. Una desazonadora constatación de la fascinación de lo repulsivo y de lo peor de nosotros mismos. También es un perfecto ejemplo de cine atmosférico, malsano, inhóspito, amoral.

Que dibuja a uno de los tipos más despreciables surgidos en el cine norteamericano de los últimos años. Ello es mérito, en primer lugar, del guionista y debutante cineasta Dan Gilroy, hermano de Tony Gilroy, responsable éste de una obra igualmente de lo más personal y aromática como MICHAEL CLAYTON, ambas poseedoras de magníficas fotografías granuladas, más noctámbula, estilizada y magnética aún la que aquí me ocupa. El mérito en este terreno recae principalmente en Robert Elswit, el cual se debió quedar bastante pillado por el trabajo de su colega Newton Thomas Sigel en la hipnótica DRIVE. Las calles de Los Ángeles por las que transcurre el encadenado de trágicos acontecimientos resultan de lo más desapacibles y oscuras gracias a esa cámara climática.

Pero prosiguiendo con el fulano en cuestión, Lou Bloom, ese sociópata de altos vuelos pese a ofrecer su trabajo a cadenas locales, ese cámara dispuesto a grabar todo tipo de calamidades al precio que sea, dejándose a cada paso jirones de un alma probablemente  inexistente, es de absoluta justicia alabar la imponente interpretación de Jake Gylllenhaal, que a cada paso de su carrera va creciendo más artísticamente. Recuerden hace dos años su poderosa aparición en la espléndida PRISIONEROS. Una frase puede definirle a las mil maravillas respecto a su verdadera catadura: “Un noticiario es una mujer gritando, corriendo calle abajo con la garganta rebanada”. "La sangre vende" se dice de manera reveladora en otro momento.

Lo que tenga claro es que lega una interpretación memorablemente tóxica, magnética, demoledoramente ojerosa, elogiosamente ofuscada. Gyllenhaal apela a las telarañas más mugrientas y sórdidas de nuestra condición. No concede respiro, resulta extenuante, desazonador, tenebroso. Casi a su altura, la más aparentemente afable o comunicativa directora de informativos que no reparara en remilgos éticos o morales,  encarnada con el aplomo que en ella es habitual por Rene Russo.

Estos dos personajes son los inapelables calzadores mediante los cuales los máximos responsables de esta historia cruel, desoladora, ofrecen un pequeño fresco, un tapiz de estos tiempos que alimentan atracción por la violencia ajena y por el amarillismo más sensacionalista y despreciable.

Por mucho que en alguna ocasión roce la caricatura, es fácil que al acabar de verla acaben con acidez neuronal, pero  puede que coincidan  con este comentarista en haber contemplado algo verdaderamente eléctrico y desestabilizador, rayano en la hipertensión cinematográfica. Y si miran a su alrededor, puede que adviertan muchos de los indicadores aquí mostrados, si no con un envoltorio tan exagerado no por ello menos sintomático. Pulsen el botón del mando a distancia de su televisor y, puede que en algunos canales, detecten como los instintos más primarios gobiernan las audiencias.

Y, desde luego, esta especie carroñera, depredadora, no tan disparatada como pudiera parecer, encarnada por el protagonista es cada vez más común en el paisaje urbano y cercano de cualquier ciudad o localidad.

Gran película, sorprendente por ser reveladora de un pulso, de un sentido  narrativo poderoso e inusual en alguien primerizo. Les aseguro que provoca de todo menos indiferencia.

 

José Luis Vázquez