sábado, 14 de junio

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Estreno en Royal City

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El francotirador ()

Director: Clint Eastwood

Intérpretes: Bradley Cooper, Sienna Miller, Luke Grimes, Jake McDorman, Kyle Gallner, Keir O'Donnell, Eric Close, Sam Jaeger, Owain Yeoman, Brian Hallisay, Marnette Patterson, Cory Hardrict, Joel Lambert, Eric Ladin, Madeleine McGraw

Sinopsis: daptación a la gran pantalla de la autobiografía del Navy SEAL Chris Kyle, un tejano con el récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano. El marine del grupo de operaciones especiales de la Marina de los Estados Unidos Chris Kyle es enviado a Irak con una sola misión: proteger a sus compañeros. Su precisión milimétrica salva incontables vidas en el campo de batalla y, a medida que se extienden sus valientes hazañas, se gana el apodo de "Leyenda". Sin embargo, su reputación también crece detrás de las líneas enemigas, de manera que ponen precio a su cabeza y se convierte en objetivo prioritario de los insurgentes. Al mismo tiempo también se está enfrentando a otra batalla en casa: ser un buen marido de Taya Renae Kyle (Siena Miller) y un buen padre desde el otro lado del mundo. A pesar del peligro, Chris sirve durante cuatro angustiosas misiones en Irak, personificando el emblema del credo de los SEAL: "no dejar a ningún hombre atrás".

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Ole, ole y ole los reaños de Mr. Eastwood, su alergia que es la mía también a las concesiones gratuitas en aras de un “stablishment” intelectual políticamente correcto, insufriblemente correcto apostillo. Ole, ole y ole su falta de complejos, su capacidad para mostrar lo turbio y lo patriótico, mirando a ambos registros a la cara, con la claridad, rotundidad, eficacia, la ambigüedad precisa y la maestría narrativa que siempre le han caracterizado.

Son varios los que le han tachado por este trabajo de fascista, patriotero... Algunas de esas descalificaciones han provenido desde nuestra piel de toro, desde este reino de taifas donde sentir a tu país o tu bandera está pésimamente visto o parece patrimonio de una ideología. Craso error.

Eastwood siente a su país, a su bandera… y está en su más que legítimo derecho. Yo desde estas lejanas tierras también lo siento, lo cual supongo tiene mucho más delito, pues carezco de pasaporte del país de las barras y estrellas. La excusa de esta película podría servir para soltarles una diatriba o una filípica abrumadora, por respeto a ustedes y por ceñirme a lo que importa se las ahorraré, bastante será con el “speech” que viene a continuación. Tan solo apostillaré que cada uno tiene derecho a sentir al respecto lo que le dé la gana sin que ello se le tenga que colgar necesariamente etiqueta alguna.

Pero al genio californiano, disculpen la expresión, como comprenderán se la suda a estas alturas de su existencia. Su película por encima de otras connotaciones, se pone de parte de la soldadesca, de los que se parten el cobre en primera línea, o de los que, como el protagonista, evitan la muerte de tanto de los suyos.

No por ello renuncia a mostrar conflictos morales, más de un dilema, algún trazo sombrío o, esto en bastante primer plano, las devastadoras consecuencias, físicas y psicológicas, que provoca la guerra hasta en el más avezado de los profesionales. La de Irak en este caso o cualquier otra. No por ello tiene que suscribir el autor la identidad de sus criaturas. Que FIEBRE DEL SÁBADO NOCHE tratase sobre un hortera, no quiere decir por ello que su director lo fuera. Y así miles de ejemplos de una obviedad que debería sobrar, pero parece que los discos duros aplicados al cerebro humano se repiten a lo largo de los tiempos.

Al igual que EN TIERRA HOSTIL, se vuelve a mostrar la adrenalina generada en el campo de batalla y, sobre todo, la adicción difícil de superar cuando se vuelve al hogar.

Evidentemente, no muestra ningún interés por la cuestión política. Él personalmente se opuso en su momento a la intervención en Irak, pero no es eso lo que aquí le preocupa, es otra cosa, lo digo por aquellos que quieren mezclar churras con merinas… Y utilizo este símil porque de ovejas, lobos y perros pastores se habla con simplicidad –que no simpleza, no se confundan los términos- esclarecedora en su arranque.

Supongo que la mayoría lo sabrá, pero informarles que la historia contada es real y de lo más contemporánea, muy próxima en el tiempo. Se centra en las andanzas de un Seal, Chris Kyle, un tejano cuyo lema era "patria, Dios y familia", un tipo imponente que se enrola el ejército a consecuencia del 11-S. Un héroe para tantos y un asesino a sangre fría para otros. Para los muchos a los que salvó, alguien fundamental en sus vidas. De hecho, ello da pie a una conmovedora secuencia referida a un joven veterano con el que se encuentra en una de sus vueltas al hogar y el comprensible y emotivo agradecimiento que este le muestra por haberle salvado el pellejo.

No son los tiempos de John Ford, estos son más sucios o confusos y Eastwood se limita a recogerlos, a ser cronista de los mismos, desde su personalísima perspectiva, fiel al más reconfortante clasicismo–afortunadamente- a la norteamericana. No creo sinceramente que haya hecho un retrato simplista aunque el tipo pueda parecerlo inicialmente; al final queda muy diáfano a este individuo se nota cómo la guerra le ha pasado por encima, como a tantísimos otros. Y la conclusión de su vida resulta de  lo más paradójica. Y si a los salvajes se les llama así es porque lo son, por mucho que pueda entender que su tierra haya sido invadida, pero que tantas de esas bestias no se escuden en ello, como desgraciadamente estamos comprobando actualmente con el abominable yihadismo.

En cualquier caso, fíjense, por aquello de matizar, la doble y diametralmente opuesta perspectiva con la que está contemplado el asesinato de dos críos. El abatido por Kyle se hace en aras de evitar una masacre, el otro que no piensa atentar contra sus compañeros de soldadesca es degollado vilmente por los insurgentes.

Lo que también aseguro es que su final, ensalzador, lo que ustedes quieran, me parece uno de los más emocionantes vistos en los últimos años. Un colofón de homenaje y justo reconocimiento al individuo que salvó a tantos de los suyos. Y lo demás queda para la especulación barata.

Me gusta igualmente mucho la relación, concisa y de lo más explicativa, que mantiene con su mujer, desde que liga con ella en un bar hasta que tienen dos hijos. No necesita excesivas pinceladas para mostrar lo que se quieren y la desolación de ella ante sus partidas al frente.

Llegado a este punto, debo destacar con letras muy mayúsculas, la no menos mayúscula interpretación de un actor que está cuajando en muy grande, Bradley Cooper. Llena la pantalla, está intenso, encarna inmejorablemente a ese tipo poderoso, imponente, protector. Le da adecuada réplica una muy atractiva y desenvuelta Sienna Miller como su esposa. Y luego está toda esa extensa relación de característicos que en cualquier producción “made in USA” resultan siempre un seguro de vida.

A sus 84 años, el jinete pálido, el sargento de hierro, William Munny, el hombre sin nombre, el Gran Torino ha vuelto a demostrar que se mantiene en inmejorable forma mental y profesional, regalándome, a mí al menos, el resto del mundo que opine por sí mismo, una vigorosa, tensa, amarga, subyugante producción belicista y antibelicista, pues ambas cosas me parece a la vez… Y con qué maestría continúa rodando las secuencias de acción, la de la refriega durante la tormenta de arena sin ir más  lejos, o de qué manera crea tensión con mínimos elementos.

La cosa va de leyendas, la que retrata la película, la de “El diablo de Ramadi” según sus enemigos y quien ha firmado su película trigésimo octava como director manteniendo erguidos sus penachos y galones éticos y profesionales. Pese a su ya respetable edad, larga vida al más grande entre los grandes que todavía siguen en activo.

Mi permanente reconocimiento, aún admitiendo actitudes y errores rechazables a lo largo de su trayectoria/historia, a Eastwood, al cine norteamericano y a los Estados Unidos de América. Sin complejos y sin ocultaciones, como el boss que es de esta manifestación artística. Y en libertad… que es lo más sagrado que poseemos.

PD: Vuelvan a revisar CARTAS DESDE IWO JIMA y BANDERAS DE NUESTROS PADRES para comprobar de nuevo lo "maniqueo" y "patriotero" que es el señor Eastwood.

José Luis Vázquez