Director: John Ford
Intérpretes: John Wayne, Lee Marvin, Jack Warden, Elizabeth Allen, César Romero, Dorothy Lamour, Dick Foran
Sinopsis: La vida en una isla al sur del Pacífico es casi perfecta para dos amigos ya retirados del ejército: pasan su tiempo en la taberna, lugar donde discuten, pelean y se liberan de la monotonía de la vida tropical. Y a este auténtico paraíso, llega una estirada bostoniana que busca a su padre.
No hay época mejor del año que la estival para ver este clásico del buen vivir, de la comedia, del melodrama suave y exótico, del cine de francachelas, puñetazos y compañerismo festivo, del género que ustedes prefieran. Me refiero a LA TABERNA DEL IRLANDÉS (DONOVAN´S REEF).
Cada vez que finalizo un nuevo visionado me entran unas ganas irresistibles de haber podido asistir en el túnel del tiempo al lugar descrito y haber conocido a las criaturas de ficción y reales que pueblan este poema de arrasadora vitalidad y contagioso optimismo.
Recuperando fragmentos de la crítica expuesta por Teo Calderón para su estupenda guía-diccionario MOVIE MOVIE, fusionados con algunas acotaciones personales, esto fue lo que escribí cuando emprendí un tributo a John Ford de mi “top ten” favorito en torno a su inigualable obra.
Camaradería y amistad, vida al aire libre y cocoteros recortándose sobre cielos azules, un grupo de auto desterrados en un paraíso que no logra amortiguar su nostalgia por aquello que nunca supieron retener ¿Se puede ser libre en una isla? Es el último refugio de un grupo de “misfits” inequívocamente fordianos.
De hecho, John Wayne, volvería a ser utilizado por Ford como ya lo hiciera en CENTAUROS DEL DESIERTO y EL HOMBRE QUE MATÓ A LIBERTY VALANCE (primer encuentro del trío Wayne-Ford-Marvin), es decir, incorporando un personaje que no ha sabido o no ha querido integrarse en el engranaje social, un inadaptado individualista, noble y solitario, pero esta vez sin los matices trágicos de las películas mencionadas. Hablamos de una comedia luminosa, divertida, romántica y “machista” si queremos verlo así. Pero en todo caso, llena de seres humanos entrañables, a los que se acaba añorando.
Es una obra maestra del buen vivir y de aún mejores sentimientos. Una alegre incursión en los Mares del Sur repleta de humor y humanidad. Una impagable historia entre dos tipos desarraigados. Un canto a la armonía entre razas y a la globalización cuando éste término ni se contemplaba en el horizonte. Y una historia de amor entre una rígida bostoniana y un tipo con muchos kilómetros recorridos y que ya no estaba para demasiadas tonterías en la vida.
No recuerdo una Epifanía mejor en pantalla que la protagonizada por esos tres peculiares Magos de Oriente calados de agua… y alguno de alcohol.
Fue la última ocasión en que Wayne y Ford trabajaron juntos. Una despedida inolvidable, que perpetua sonrisas y complicidad.
José Luis Vázquez