domingo, 20 de julio

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Estreno en Royal City

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El hombre más buscado ()

Director: Anton Corbijn

Intérpretes: Willem Dafoe, Rachel McAdams, Grigoriy Dobrygin, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright, Daniel Brühl, Martin Wuttke, Nina Hoss, Rainer Bock, Mehdi Dehbi, Homayoun Ershadi, Neil Malik Abdullah, Vicky Krieps, Kostja Ullmann, Franz Hartwig, Vedat Erincin, Derya Alabora, Tamer Yigit

Sinopsis: Un joven ruso, sin papeles, consigue llegar a Hamburgo. Lleva encima una extraordinaria cantidad de dinero, se declara musulmán devoto y presenta signos de haber sido torturado. Los espías de tres naciones, dedicados a la lucha antiterrorista, están convencidos de que han localizado a un importante terrorista islámico. Una abogada idealista, defensora de los derechos humanos, y un poderoso banquero son los únicos que conocen la verdadera identidad del joven.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Esta nueva adaptación cinematográfica del universo del impecable y magnífico escritor inglés John Le Carré, especialista en grandes tramas internacionales de espionaje y en más íntimos  pero universales retratos de soledad, desencanto y vidriosa moralidad, está a la altura de su talento.

La nueva telaraña urdida por su fértil imaginación, sustentada en la más pura y ocultada realidad, con ocasión esta vez de las secuelas –en nuestro subconsciente, preferentemente- generadas en Occidente tras el salvaje atentado del 11S, cuenta con una notable plasmación visual por parte del ex fotógrafo Anton Corbijn. Con una exigua filmografía hasta la fecha, pues este es tan solo su tercer trabajo como cineasta, vuelve a mostrarnos algunas de las que ya se están erigiendo en sus marcas de fábrica, como precisamente, una fotografía de altos vuelos como casi no podía ser de  otra forma, de enorme calidad y  nitidez pese a la sordidez de algunos de los ambientes retratados.

Pero no se limita solo a la que es su cualidad más evidente, igualmente es capaz de narrar historias que contienen altas dosis de turbiedad moral y de complejidad psicológica y crear atmósferas amenazadoras, siniestras o fatalistas.

Aquí cuenta para apoyar eso último con espléndidas localizaciones en un Hamburgo grisáceo, desapacible, graffitero y plomizo. Un territorio de contrastes, de edificios sofisticados y tugurios de whisky barato.

Pero también otro de sus distintivos es el de sacudirnos con  personajes con una característica que ya definía el título de su primer largometraje, esa biografía de Ian Curtis titulada CONTROL, la de canalizar vidas ajenas y propias con elevadas dosis de fracaso o de frustración.

Como ese Günthter Bachman, todo un veterano de los servicios de contraespionaje alemán, encarnado con imponente convicción por ese titán de la interpretación recientemente desaparecido, Philip Seymour Hoffman. El recital que nos regala en la que ya quedará como su penúltima aportación en este mundo terrenal es tremenda, sobrecogedora.

Su decrepitud física va acorde con la desolación y la angustia de siente este individuo cuya mayor preocupación no es la de enchironar a ese supuesto islamista integrista al que todos persiguen –la CIA, imponente Robin Wright como su representante, o colegas autóctonos- para exhibir galones  o para dar rienda suelta a sus ambiciones y frágiles justificaciones, sino a intentar que el estado de las cosas sea algo mas mejorable, más posibilista.

Un breve diálogo define perfectamente su pretensión. Le preguntan “Cuál es su objetivo?”, a lo que Hoffman replica “Hacer del mundo un lugar mejor”

He de proclamar que con sus memorables actuaciones, él sí logro que el mundo nos pareciera ese lugar mejor, más amistoso, con mayor belleza artística y también, por qué no decirlo pues esas cosas trascienden a veces una pantalla, con más humanidad.

Volviendo a la historia específicamente en sí, quienes sean entusiastas de la excelente adaptación de Martin Ritt de EL ESPÍA QUE SURGIÓ DEL FRÍO, o de las climáticas EL SASTRE DE PANAMÁ y EL TOPO, seguramente no quedarán decepcionados. Pero no busquen acción, sí en cambio encontrarán generosas dosis  de angustia, tensión creciente y desolación. Al respecto, el plano final me parece un dignísimo colofón.

 

José Luis Vázquez