miercoles, 16 de julio

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Estreno en Royal City

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Perdición ()

Director: Billy Wilder

Intérpretes: Fred MacMurray, Barbara Stanwyck, Edward G. Robinson, Tom Powers, Porter Hall, Jean Heather, Byron Barr, Richard Gaines, Fortunio Bonanova, John Philliber, Bess Flowers, Miriam Franklin

Sinopsis: En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Resulta impagable la deuda contraída por tantos títulos posteriores del “noir” con este colosal exponente fechado en 1944, un año antes de que finalizara la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, la sensual y magistral FUEGO EN EL CUERPO del nunca suficientemente ponderado Lawrence Kasdan (REENCUENTRO, EL TURISTA ACCIDENTAL, MUMFORD).

Este sobrecogedor, imponente, escalofriante “thriller” de sentimientos turbios y fatalistas, este drama criminal de elevadísimos vuelos constituyó otra nueva y palpable demostración de que, tocara el género que tocara, Billy Wilder convertía en reluciente oro todo aquél celuloide que caía en sus manos o el que él mismo solía fabricarse. Lástima que nunca llegara a abordar algo para mi tan querido como un western, seguro que hubiera dejado su impronta, una pieza maestra.

DOBLE INDEMNIZACIÓN, tal es su título original, es una historia de mujeres fatales/mantis religiosas y pobres diablos sacudidos por la pasión más irrefrenable y destructiva. De chantajes, estafas, mentiras, engaños y retorcidas tramas en las que el austro-húngaro introduciría su bisturí de manera demoledora, sin gratificante concesión alguna.

La protagoniza una pareja de lujo. Él, Fred MacMurray, bastante desconocido para las generaciones actuales, pero todo un referente del momento: EL CAPITÁN EDDIE, EL HUEVO Y YO, EL MILAGRO DE LAS CAMPANAS… 17 años después, el jefe de Jack Lemmon al que este prestaba su apartamento para sus incursiones extra maritales en la sublime EL APARTAMENTO, también de Wilder.

Ella, Barbara Stanwyck (BOLA DE FUEGO, LAS TRES NOCHES DE EVA, STELLA DALLAS), sencillamente colosal. Sin duda, una de mis tres actrices favoritas junto a las dos Hepburn, Audrey y Katharine. Una mujer no especialmente guapa pero siempre dotada de una capacidad fascinadora y de un atractivo verdaderamente especiales. Esta es otra muestra de sus inmensas dotes para la interpretación y para llenar la pantalla. Y esa imagen con gafas de sol resulta perdurable para tantos de nosotros, es ya icónica.

La negrura del género se impone aquí de manera más intensa que nunca. Sin innecesarios ni artificiosos alardes. Apelando a la fuerza del texto, escrito previamente en forma de novela por James M. Cain (EL CARTERO SIEMPRE LLAMA DOS VECES) y pulido por otro experto, Raymond Chandler, al alimón con el prodigioso director. Poblado de diálogos memorables del tipo "¿Cómo imaginarse que el asesinato podía oler a madreselva?".

En su estreno, sorprendió la sordidez, escabrosidad y crudeza con la que estaba expuesto el complot criminal de la pareja protagonista. Y eso que su autor decidió finalmente retirar el verdadero final ambientado en una cámara de gas.

También llama la atención una puesta en escena poderosa en su sobriedad, sencillez y sugerencia. Sus resoluciones formales, como muy bien ha señalado Teo Calderón, resultaron tan eficaces como insólitas lo constituyeron en su momento. Como las alusivas al tiroteo o a ese constante juego de cerillas.

Pese a arrastrar una dilatada trayectoria como brillante guionista, supuso la revelación como cineasta de Wilder. En esta faceta, tan solo había rodado hasta el momento CURVAS PELIGROSAS (su opera prima y única filmada fuera de la égida hollywoodiense), EL MAYOR Y LA MENOR (su debut oficial en el cine USA) y el vodevil bélico CINCO TUMBAS AL CAIRO.

Toda una sacudida y una conmoción que permanece vigente setenta y cinco años después, pero recubierta por la reconstituyente pátina conferida por un blanco y negro de claroscuros contrastados, luminosos y a la vez amenazadores.

Imprescindible.

José Luis Vázquez