Director: Delmer Daves
Intérpretes: Richard Egan, Dorothy McGuire, Sandra Dee, Troy Donahue, Constance Ford, Arthur Kennedy, Beulah Bondi, Martin Eric
Sinopsis: Ken Jorgerson, su mujer y su hija Molly pasan unas vacaciones en una bella isla, donde él había trabajado veinte años antes como socorrista. Allí, se encuentra con Silvia, una antigua novia, que está casada con un hombre al que no quiere y que tiene un hijo adolescente. La antigua pasión renace de sus cenizas y, al mismo tiempo, los hijos de ambos también se enamoran.
El primero y uno de los siete melodramas que filmara el enorme cineasta estadounidense Delmer Daves entre 1959, año de producción de esta película, y 1964, seis de los cuales fueron rodados en flamante color y cuatro protagonizados por la estrella fugaz Troy Donahue, todo un mini mito rubiales durante la década de los 60. El punto de partida entre ambos fue EN UNA ISLA TRANQUILA AL SUR.
Masacrada en España en su momento por la censura, debido a cierto contenido “escabroso” a la hora de abordar las relaciones sentimentales propuestas a seis bandas, A SUMMER PLACE, tal es su título original, se revela como un distinguido y hasta reivindicativo ejemplo de cine noblemente sentimental, amparado en una refinada puesta en escena, repleta de elegantes movimientos de grúa, bellas y soleadas panorámicas y refulgentes primeros planos de gente muy guapa, tanto madura como juvenil.
Además, poseedor de un requisito que se acaba haciendo tan fundamental como es la utilización de la envolvente música del genial compositor norteamericano de origen vienés Max Steiner. El mismo de CASABLANCA y de tantas decenas de inolvidables partituras de inequívoco sello. Verán que empacho más saludable del conocido tema principal a lo largo de su metraje. Probablemente es el que más asocio siempre, o el primero que se me viene a la cabeza, cuando tengo que relacionar una música concreta con la estación de estío.
Esta primera aparición del tándem Daves/Donahue aparte de contar con un reparto de veteranos verdaderamente formidable (el cuarteto conformado por Richard Egan/Constance Ford y Dorothy McGuire/Arthur Kennedy), incorporó como partenaire femenina a otro mini mito, la virginal Sandra Dee, el prototipo de jovencita made in USA a la que evocaban irónicamente Rizzo y su pandilla de Pink Ladies en la imprescindible GREASE (BRILLANTINA). De hecho el personaje de Olivia Newton John, la ingenua y adorable Sandy, no vendría sino a ser casi una réplica de la misma. El número es el titulado LOOK AT ME I´M SANDRA DEE.
Hoy en día puede que parezca algo demodé, o todo lo contrario, de lo más anticipativo, pero en su momento resultó ser de lo más atrevidilla exponiendo sin tapujos represiones sexuales y relaciones provocadas tanto por impulsos físicos como del corazón, o el triunfo de éste por encima de clases sociales o barreras parecidas.
No deja por otra parte de constituir una oda a la más radiante y pletórica juventud. Y, por supuesto, al verano y a esos iniciales e impetuosos amores adolescentes relacionados con el momento puede que más ensoñador del año.
Para muchos es lo que podrían entender cómo –horrorosa expresión- culebrón, o folletón si se quiere ser un poco más fino, algo que en absoluto comparto, pues precisamente su manera tan cinematográfica de tratar el asunto la redime de principio a fin. También no es menos cierto que para tantos otros muchos espectadores que la vieron en su día o posteriormente en alguno de sus pases televisivos, constituye un título nostálgico y entrañable. Como siempre, hay gusto para todos.
Me parece preciosa, bonita, vitalista, entusiasta, preciosa en el mejor y más diabéticamente empalagoso sentido del término. Y luego está ese tema musical anteriormente citado, acompañado por esa luminosa fotografía del maestro Harry Stradling.
Un melodrama puro, sí, crispado, también, pero a la vez relajante y de lo más refrescante.
José Luis Vázquez