Director: Wally Pfister
Intérpretes: Johnny Depp, Rebecca Hall, Paul Bettany, Kate Mara, Morgan Freeman, Cillian Murphy, Cole Hauser, Clifton Collins Jr., Josh Stewart, Olivia Taylor Dudley
Sinopsis: El Dr. Will Caster (Johnny Depp) es el investigador más importante en el campo de la Inteligencia Artificial, y está trabajando en la creación de una máquina sensitiva que combine la inteligencia colectiva de todo lo conocido con el rango completo de emociones humanas. Sus experimentos altamente controvertidos le han hecho famoso, pero al mismo tiempo le han convertido en el principal objetivo de extremistas anti-tecnológicos que, en su intento de destruir a Will, se convertirán inadvertidamente en los catalizadores de su éxito haciéndole partícipe de su propia trascendencia. Para su mujer Evelyn (Rebecca Hall) y su mejor amigo Max Waters (Paul Bettany), ambos compañeros de investigación, la cuestión no es si pueden hacerlo… sino si deben hacerlo. Los peores miedos de Evelyn y Max se hacen realidad cuando la sed de conocimiento de Will evoluciona en una omnipresente búsqueda de poder de consecuencias desconocidas. Lo único que se vuelve terroríficamente incuestionable es que puede no haber modo de detenerle.
No digo que TRANSCENDENCE sea mala, ni carezca de inicial interés, ni que no posea correctos efectos digitales, pero el caso es que no me interesa prácticamente nada esta plomiza y petulante producción a la que no tengo claro que fuera adecuado calificarla como de fantaciencia, o típica ciencia-ficción lo prefieren propia de estos últimos años en torno los actuales tiempos virtuales que vivimos, supongo que todo un punto de inflexión en la historia para una radical transformación de la sociedad.
Supone el debut en la dirección de uno de los grandes soportes técnicos del gran Christopher Nolan. El de Wally Pfister, operador jefe de fotografía desde los tiempos de MEMENTO y ganador de un Oscar por su trabajo para MEMENTO.
Creo que pese a lo holgado de su presupuesto -100 millones de dólares- debería haber reparado en un guión menos confuso y embarullado que el proporcionado por las cuatro voces, o plumas, que amparan a Jack Paglen, Jordan Goldberg, Alex Paraskevas y a él mismo (ante lo cual es obligado indicarle zapatero a tus zapatos, aunque veremos que nos depara su futuro profesional en este terreno, pero fíjense, curiosamente Ford o Eastwood siempre han delegado apartado tan fundamental en otros, no así Billy Wilder pero éste genio es aparte).
El caso es que lo propuesto cuenta con precedentes igualmente cinematográficos un tanto dispersos, que bien podrían ir desde la fundacional 2001, UNA ODISEA DEL ESPACIO hasta EL CORTADOR DE CÉSPED, pasando por PROYECTO BRAINSTORM, VIRTUOSITY o la propia ORIGEN.
Se trata de alertarnos sobre los peligros de los avances de la tecnología virtual que plantea alguna situación a priori francamente interesante, finalmente diluida sobre el tapete, como esa posibilidad que sugiere de transferir la mente humana a un envase informático con la posibilidad que conllevaría poder controlar el mundo a través de la red.
Todo ello servido mediante una puesta en escena en la que las ideas propuestas son trasladadas de manera petulante y pomposa, alejadaS del espíritu de serie B por el que visto lo visto, hubiera sido más deseable optar.
Cierto que tiene unos minutos iniciales que dan pie para la esperanza, inmediatamente desvanecida por un batiburrillo un tanto indigesto y unas imágenes que tapan cualquier atisbo de consistencia o humanidad.
Johnny Depp en ese pequeño declive iniciado en los últimos tiempos –y conste que me considero un gran seguidor de este excéntrico y payasote actor- se muestra de lo más apático, contagiado al resto de un reparto inicialmente de lo más prometedor (Morgan Freeman, Rebecca Hall, Paul Bettany, Cillian Murphy) pero que se ve arrastrado por ese progresivo fundido de electrodos creativos.
Lástima que al menos no hubieran hurgado más en la historia de amor tan delirante que proporciona su argumento. En fin, otra ocasión desperdiciada de abordar asuntos tan magnos.
José Luis Vázquez