sábado, 26 de abril

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Estreno en Royal City

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El consejero ()

Director: Ridley Scott

Intérpretes: Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem, Cameron Diaz, Penélope Cruz, Goran Visnjic, Dean Norris, Natalie Dormer, John Leguizamo, Rosie Perez, Bruno Ganz, Rubén Blades

Sinopsis: Narra la historia de un respetado abogado del sudoeste de Estados Unidos que se introduce en el mundo del tráfico de drogas. Se trata del primer guión cinematográfico del novelista Cormac McCarthy (The Road, No Country for Old Men).

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Adoro el cine de Ridley Scott, no solamente los títulos consagradas (LOS DUELISTAS, ALIEN, BLADE RUNNER, THELMA Y LOUISE o GLADIATOR) sino otros no tan venerados como LA SOMBRA DEL TESTIGO, BLACK RAIN, LEGEND, BLACK HAWK DERRIBADO, RED DE MENTIRAS, UN BUEN AÑO, EL REINO DE LOS CIELOS, AMERICAN GANGSSTER o ROBIN HOOD. Eso no quiere decir que le conceda un cheque en blanco, algo a lo que así estoy dispuesto con Eastwood, pues a veces no me ha dejado especial huella (PROMETHEUS) o, sencillamente, me ha decepcionado (HANNIBAL, TORMENTA BLANCA, LA TENIENTE O´NEILL).  

Con EL CONSEJERO me siento un tanto confundido. De acuerdo en que ya parte de salida con ser una historia que no provoca empatía alguna, un hándicap posiblemente injusto en algunas ocasiones. De acuerdo también en que es de una extremada sordidez y brutalidad. Y, por supuesto de acuerdo, en que resulta un tanto pretenciosa en sus diálogos, por mucho que lleve la firma del gran escritor Cormac McCarthy, en su primer trabajo como guionista para el Séptimo Arte.  

De acuerdo en todo ello, pero pese a todo conserva el toque de su director, un poderoso estilo visual y auditivo que por momentos hipnotiza  y deja literalmente sin resuello. Es eso posiblemente lo que más me gusta con diferencia.  

Porque McCarthy se la ha jugado con unos diálogos a veces un tanto pomposos y trascendentes que me alejan de lo que veo en pantalla. Con gran tino Sergi Sánchez ha considerado esta película como bipolar. Y bastante de verdad considero que hay en ello, pues fondo y forma no se acaban de sincronizar adecuadamente.  

Tampoco me acaba de convencer del todo como recrea el propio escritor su mundo, prefiero como lo abordaron artistas inicialmente ajenos como los hermanos Coen con NO ES PAÍS PARA VIEJOS, o inclusive John Hillcoat con LA CARRETERA. En ambas se palpaba no solo una atmósfera, un clima moral embrutecido, perverso, sino que desplegaban densidad emocional, consistencia narrativa. Aquí, en cambio, el asunto me parece disperso y los personajes un tanto inflados, desdibujados, perdidos a veces, no acaban de engancharme en sus agitadas movidas.  

Aún con todo, no puedo sustraerme a la intensidad de algunos momentos, a esa sofisticación pictórica/publicitaria que gasta siempre Scott, en este caso para retratar lo putrefacto y lo horteramente ostentoso también, a una secuencia erótica tan imponente como la llevada a cabo por Cameron Diaz con un Ferrari por medio, a algún que otro dueto, a alguna alusión machadiana, a ese flotar en el ambiente precisamente el “caminante no hay camino, se hace camino al andar” y a un plano casi al final protagonizado por un desolado abogado. De nuevo lo que se omite, lo insinuado, tal como sucedía en la conclusión de SEVEN, genera mucho más horror que lo explícito.  

Lo que queda meridianamente claro en esta fábula moral sobre la codicia, es que el mal, abstracto o real, puede destrozarte la vida si coqueteas con él, es implacable, atroz, pavoroso.  

Y en esta radiografía de lo más oscuro del ser humano,narcotraficantes, jaguares, Ciudad Juárez, aterradores armas alrededor del cuello que generan espantosas agonías, sexo deshumanizado, mortíferos bidones, desierto, Cameron Diaz son componentes llamativos que salpican este noir de largas secuencias y extraño pero parcialmente fallido encanto.  

Fassbender, Pitt, Bardem (siempre mejor de presencia física que de voz pese a haber sido en esta ocasión afortunadamente doblado) o Cruz cumplen en sus cometidos. No ofrecen composiciones memorables, pero destilan cierto magnetismo.  

Es un trabajo que no cabe despreciar en modo alguno pero que no acaba resultando tan especial como cabía esperar con los mimbres que esgrimía a priori.

José Luis Vázquez