jueves, 28 de marzo

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Estreno en Royal City

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Hasta que la boda nos separe ()

Director: Dani de la Orden

Intérpretes: Belén Cuesta, Álex García, Silvia Alonso, Antonio Dechent, Mariam Hernández, Adrián Lastra, Gracia Olayo, Salva Reina, Leo Harlem, Antonio Resines, Malena Alterio, Jordi Sánchez, Ernesto Sevilla, Pilar Calvo Morillas, Juana Cordero, Norberto Trujillo

Sinopsis: Marina es una treintañera que se gana la vida organizando bodas. A diferencia de sus clientes, ella disfruta de una vida sin ataduras ni compromisos, hasta que una noche conoce a Carlos, un affaire más para ella y un momento de debilidad para él. Porque él tiene novia: Alexia, una joven perfecta y amiga de infancia de Marina. Cuando Alexia descubre la tarjeta de visita de Marina entre las cosas de Carlos, lo interpreta como una propuesta de matrimonio y dice que sí de inmediato.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 2 estrellas

El segundo estreno del fin de semana cubre la cuota mensual de comedia española a la que venimos asistiendo en los últimos años, con no demasiada fortuna a lo largo de 2019 y en los dos meses que llevamos de año. Su enunciado no hace gala precisamente de imaginación, como tampoco lo supone esta propuesta en sí misma… HASTA QUE LA BODA NOS SEPARE (HASTA QUE LA BODA NOS SEPARE).

Podría afirmar rotundo que el mayor problema de esta muestra del género que tal vez haya sido el más popular de la historia del cine español es el hecho de que suponga un remake de un reciente y discreto exponente del cine francés, LA WEDDING PLANNER de Reem Kherici. Pero esto se desdice automáticamente con el ejemplo de que PERFECTOS DESCONOCIDOS también lo era de uno más exitoso italiano de tan solo un año antes, PERFETTI SCONOSCIUTI, y Álex de la Iglesia no solo consiguió superar al original sino uno de los mayores logros y taquillazos de su brillante filmografía.

Por cierto, está constituyendo la de los “remakes” una moda o tendencia muy habitual en nuestra cinematografía en estos meses… pues ahí están también los ejemplos de PADRE NO HAY MÁS QUE UNO, LO DEJO CUANDO QUIERA y alguno más que se escapa en este momento (me da pereza buscarlo en Google). Curiosamente aun resultando trabajos parcialmente fallidos o no logrados, superan en muchas ocasiones a los originales de países cercanos con los que nos unen vínculos idiomáticos o culturales.

Pero toda esta introducción sería paja, pura filfa, si lo ofrecido en este caso hubiera obtenido mi agrado o indulgencia. No es el caso… y me fastidia. Porque claro que no está nada mal filmada, ya que su director es un avezado y jovencísimo cineasta que lleva la friolera –para una industria no precisamente boyante como la carpetovetónica- de seis títulos en ocho años, desde que iniciara su andadura allá por 2012 con BARCELONA, NOCHE DE VERANO. Tal vez lo mejor suyo que haya visto hasta la fecha supone el anterior trabajo a este, LITUS, tal vez la única seria o dramática de todas las suyas hasta la fecha, un drama generacional basado en una obra de teatro de millennials.

El caso es que no solo está demostrando ser un estajanovista al estilo de un Pedro Lazaga de antaño sino que se le va notando el oficio y cierto desparpajo. Pero a veces no basta solo con eso para dar el salto cualitativo o el definitivo. Y aunque sus imágenes estén cuidadas (ha sido también publicista y ha dirigido una serie de adolescentes de relativo éxito, ÉLITE), haya sido oportunamente introducida su banda sonora, no espete una puesta en escena alopécica o estrafalaria, me acaba sonando a demasiado déjà vu, incluso aunque los gags de tipo visual denoten en algún caso esfuerzo, y todo acaba resultándome ramploncete y demasiado manoseado. Ni tan siquiera ese mimético momento a lo canción BODA DE MI MEJOR AMIGO –sin Roberts, Diaz y Everett, claro- insufla vitalidad al siempre loable asunto de adaptar parámetros típicos de la comedia clásica norteamericana de toda la vida a estos pagos.

No menos cierto también que el reparto es solvente, con buenos comediantes (la magnífica Belén Cuesta, el solvente Silvia Alonso o el aplomado y apuesto Álex García… aunque casi les roba a todos el carrito del helado la estupenda característica Gracia Olayo como madre borrachina… en la mejor tradición Thelma Ritter).

Las risotadas fueron generosas en el pase en el que la vi. Posiblemente procedieran de un público más saludablemente desprejuiciado y menos condicionado por el extenso bagaje de infinitas comedias norteamericanas clásicas vistas y disfrutadísimas a lo largo de mi ya considerable existencia.

No puedo recomendarla, pero tampoco pese a que la suspenda por los pelos, me atrevo a rechazarla del todo. Ustedes mismos, según como se encuentren de ánimo y sean afectos a este tipo de cine. Ya saben que los críticos de cine somos contingentes, pero jamás imprescindibles… imprescindible son quienes se la juegan haciendo películas, mejor o peor.

José Luis Vázquez