domingo, 25 de mayo

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Estreno en Royal City

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Adú ()

Director: Salvador Calvo

Intérpretes: Luis Tosar, Anna Castillo, Álvaro Cervantes, Jesús Carroza, Miquel Fernández, Ana Wagener, Nora Navas, Marta Calvó, Josean Bengoetxea, Chumo Mata, Candela Cruz, Moustapha Oumarou, Rubén Miralles, Zayiddiya Dissou

Sinopsis: En un intento desesperado por alcanzar Europa y agazapados ante una pista de aterrizaje en Camerún, un niño de seis años y su hermana mayor esperan para colarse en las bodegas de un avión. No demasiado lejos, un activista medioambiental contempla la terrible imagen de un elefante, muerto y sin colmillos. No solo tiene que luchar contra la caza furtiva, sino que también tendrá que reencontrarse con los problemas de su hija recién llegada de España. Miles de kilómetros al norte, en Melilla, un grupo de guardias civiles se prepara para enfrentarse a la furibunda muchedumbre de subsaharianos que ha iniciado el asalto a la valla. Tres historias unidas por un tema central, en las que ninguno de sus protagonistas sabe que sus destinos están condenados a cruzarse y que sus vidas ya no volverán a ser las mismas.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Tenía mucho interés en ver la segunda película como director de Salvador Calvo, pues su debut hace poco más de tres años con 1898: LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS me sorprendió gratísimamente. Y la verdad es que no solo no me defrauda, sino que mantiene y justifica las buenas maneras mostradas en aquella estupenda propuesta de aventuras a la vez revisionista –el término me escuece un tanto, me resulta antipático, pero supongo que es necesario- de nuestra historia supuestamente –seguramente también sí… pese a los pesares- gloriosa.

En ADÚ, Calvo, amparado en un respetable despliegue de producción, acude a la realidad más inmediata, a esa de telediario o informativo si quieren, que estamos viviendo. Y lo hace al estilo del mejicano González Iñárritu en la formidable –para mí, sin duda, su mejor y más redondo trabajo hasta la fecha- BABEL. Cruzando tres historias que solo puntual o tangencialmente coinciden, o se tocan (ese jeep de Tosar que pasa por delante de los hermanos), pero que finalmente conforman un intimista fresco de las diferentes ramificaciones que tiene tan ardua y dolorosa cuestión... la de la inmigración desesperada.

La principal, la que protagoniza el crío que da nombre a la película, seguramente será la que llegue más a todos. Como aquí el que tiene que pringarse soy yo, afirmo rotundo que participo de esa impresión que podría ser generalizada, algo siempre arriesgado de decir o proclamar en nombre de quien sea… vamos, eso de hablar en nombre de los demás (muy propio de los políticos… y ya no digamos si se apellidan infaustamente Torra).

Posee ese arco principal una veracidad, un sonar todo a auténtico aunque no se conozcan a fondo ni en superficie los personajes o lugares descritos por quien esto firma, que le confiere una notable singularidad. También me gusta la que protagoniza Luis Tosar con una hija rebelde y con la que no se entiende ni poco, ni mucho, ni casi nada (muy bien Anna Castillo, actriz cada vez más consolidada)... y que consigue un remate plausible.

Y luego está la tercera, la del guardia civil de frontera melillense que es la que puede que en algún momento cojee un poco, porque es donde más  se advierte la soflama, la consigna. Creo sinceramente que debería haberse pulido un poco más. Los actores no son, por supuesto, en este caso responsables de esta leve o no en exceso importante flojedad, pues tanto Álvaro Cervantes como su antagonista Ana Wagener dirimen más bien con los papeles con los que les toca pechar… hay cruces de miradas entre ellos o con saltadores de vallas que no están nada mal.

Pero por encima de algún pequeño reproche como este, lo que vuelvo a advertir con este segundo trabajo es lo bien que sabe filmar Calvo, su destreza para organizar las secuencias, su pericia técnica vaya. En eso entronca con su coetáneo Fernando González Molina (PALMERAS EN LA NIEVE, EL GUARDIÁN INVISIBLE), otro profesional que se pone al servicio de las historias que tienen entre manos. Como otrora, en tiempos del Hollywood dorado hicieran o perpetraran –palabras mayores claro, no resisten la comparación, pero tampoco hay porque hacerla- cineastas mayúsculos como William Wyler o Sam Wood, por poner los dos primeros ejemplos que se me vienen a la cabeza.

Modula adecuadamente tanto el carácter epopéyico o épico como el más intimista, el duro como el ternurista sin hacer alarde de ello, mostrando en todo momento un oficio que le viene de perlas tanto a la propia narración como a esta actual cinematografía española meritoria, bien valorada incluso, pero necesitada de un apuntalamiento de su industria. Muy buena ambientación y localizaciones por otra parte, en consonancia con lo anteriormente expuesto.

Me da en la nariz que es de ese tipo de proyectos bien resueltos que captará a amplias capas de espectadores. Al tiempo. Y siento de verdad ejercer de oráculo de nuevo… qué manía, se me habrá pegado de ver tanto debate político.

José Luis Vázquez